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Donación

"A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota". Madre Teresa de Calcuta

New York, una de las ciudades donde se maneja una considerable cantidad de dinero a diario, la famosa gran manzana, la meca de Wall Street. Es difícil determinar a ciencia cierta, los millones de dólares que esta urbe maneja a diario, sin embargo, así como hay mucha gente adinerada, con buenos empleos y sin dificultades económicas, existe un sector desprotegido, de bajos recursos, personas con muchas carencias que necesitan que se les tienda una mano.

Varias multinacionales y corporaciones tienen como actividad especial el sustento de casas hogar o mantienen refugios. Por otro lado una minoría —pero por eso no menos importante—, como millonarios excéntricos y celebridades, incluso familias completas con el don de servicio que han heredado de generación a generación, se han dedicado a crear fundaciones con el fin de mejorar la calidad de vida de muchas personas.

Allí es donde yo me desenvuelvo.

Recuerdo que hace unos años hice una pequeña travesura y pagué quinientos mil dólares por un baile, en una subasta benéfica, después de diez años y no me arrepiento de haberla realizado... Buenas tardes, soy Thiago Parker y vengo a hacer una donación.

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Diez años atrás.

Mi padre, Caleb Parker, médico cirujano reconocido por sus aportes en la investigación de enfermedades cardiovasculares y mi madre Danna Williams, filantrópica, socióloga de profesión, heredera de la empresa número uno en orfebrería con más renombre en la ciudad de New York. Dedicada a la elaboración, compra y venta de joyas en oro, plata y platino con incrustaciones de piedras preciosas. Diamonds Old.

Es de entender que las dificultades económicas nunca nos han quitado el sueño, hemos sido bendecidos en ese aspecto.

Con la venta de un pequeño diamante de 1,5 kilates se podría sustentar y alimentar un refugio de cien personas por más de doce meses. Por tal motivo podíamos con gusto ayudar al que más lo necesitaba. No íbamos a resolver todos los problemas del mundo y mucho menos donar todos nuestros ingresos, pero sin duda lo poco que pudiéramos aportar serviría de algo.

Así nació la idea de crear la Fundación Williams. Fue iniciada por mis abuelos maternos hace cuarenta años, posteriormente a su fallecimiento pasó a manos de mi madre, ahora al transcurrir el tiempo toda la familia nos habíamos involucrado en tan loable labor, colaborando con ella en la administración y recaudación de fondos, para contribuir con casas hogar, ancianatos, refugios y el orfanato que dependía cien por ciento de nuestra ayuda.

La mano derecha de Danna, era mi hermana Daniela, ella y Peyton, nacieron cuando yo contaba con cuatro años. Los gemelos eran tan rubios como nuestro padre mientras que yo había heredado los genes cobrizos del abuelo Curtis.

Como sus hijos nunca carecimos de nada material, desde juguetes, las mejores consolas de juegos, computadores de alta tecnología, ropa, autos, pero lo más apreciado era el amor con el que nos habían criado, creciendo en un hogar unido y estable, apoyándonos, aconsejándonos y demostrándonos su afecto en cada instante, pero dándonos uno que otro regaño o jalón de orejas cuando lo ameritábamos. Estoy consciente de que pocas personas en el mundo tenían tanta suerte como nosotros, por ello gran parte de nuestro tiempo libre lo invertíamos en recrear, educar y cuidar a los huérfanos del orfanato Williams, que lamentablemente carecían de todo lo que nos había abundado.

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