Capítulo 11: Miles de diamantes

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-Lo sabe...- Desiré no podía parar de morderse la misma uña a pesar que ya no tuviera más y estaba comenzando a pelar su delicada piel.

-Tranquila Desi... - Ángel se acercó más a la joven, pero dejando un espacio considerable ya se encontraban reunidos en la cafetería.- No tiene pruebas y sin pruebas no puede acusarnos.

-Pero las tendrá.- La chica levantó su mirada a su profesor de literatura.- Y cuando las tenga desaparecerás de mi vida.

-Desi mírame a los ojos por favor.- La muchacha los tenía recargados de lágrimas. Por suerte Ángel no la podía ni abrazar ni siquiera rozar la mano, sino estaba segura que terminaría llorando.- Eso nunca va a suceder. Ni ese niñato, ni la lagartija de Patinson cómo tú le llamas.- Desiré no pudo evitar reír a pesar que tuviese los ojos húmedos.- nos podrán separar. Porqué tú y yo.- Y en ese momento realmente parecía que se encontraban ellos dos solos, porqué el mestizo no dudo en cogerle de la mano.- nacimos para estar juntos.

-¿Crees que porqué tú difunta mujer te enviará a este instituto somos almas gemelas que no deberían de distanciarse nunca?- Desiré parecía incrédula, pero ella de verdad necesitaba escuchar sí Ángel lo veía de esa manera.

-En esta vida todo pasa por un motivo, Desi. Quizá conocer a Estrella me ha hecho madurar cómo hombre para después enviarme a ti y poderte cuidar.

-Entonces estoy eternamente agradecida con Estrella.- Ángel mostró su sonrisa, él también parecía emocionado.

-Entonces ¿Estás conmigo hasta el final?

-Incluso hasta lo inexistente.

Desiré en ese momento realmente deseaba besarlo, no había cosa que ansiará más. Esas dulces palabras, esa promesa dicha en un lugar no correspondiente debían de ser cerrados con un beso. Pero siempre había un terremoto que está vez no venía con malas intenciones, aunque destrozó toda su armonía y su bonito final.

-¡Odio a Félix!- Daniela cogió una silla y se colocó justo en medio de Ángel y su amiga Desiré. Estaba tan frustrada que ni siquiera se dio cuenta en que alumna y profesor estaban cogidos de la mano (los cuáles al momento marcaron la misma fría distancia).

-¿Todavía sigues con eso?- Desiré rodó sus ojos y le dio un nuevo sorbo a su café.

-¿Que es lo que le ha pasado, señorita Espinosa?- Ángel cómo siempre tan educado y formal. Esa parte a Desiré la volvía loca.

-El muy capullo me llevo al Aquarium dónde trabaja y me metió en una piscina dónde había un delfín ¡UN DELFÍN! -Gritó ella mientras hacía trizas la servilleta de su profesor.

-Está bien, señorita. Cálmese o me quedaré sin con que limpiarme.- Ángel y Desiré mostraron una sonrisa cómplice mientras Daniela seguía cruzada de brazos y con el cejó cruzado.- ¿No le gustan esos animales señorita Espinosa?

-¿Qué si no me gustan?- Daniela se levantó histérica de la silla.

-Ya la has liado.- Le informó Desiré a Ángel en un susurro.

-¡Los detesto! ¡No hay cosa que más deteste aparte del mezquino de Félix!

-Vaya... veo que todavía sigues enfadada conmigo, rubia.- Y cómo por arte de magia, el muchacho de cabellos voluminosos apareció por la puerta de la cafetería y se aproximó al trío particular.

-¿Enfadada? ¡Estoy más que eso! ¡No te lo voy a perdonar en mi vida!- La voz de Daniela tenía un aumento de una octava, así que toda la cafetería los miraba con ojos curiosos.

-O venga, yo sólo quería ayudarte.- Dijo Félix ya cansado del histerismo de Daniela.

-¡¿Qué me querías ayudar?! ¡Esto ya es el colmo! Ángel, exijo que me cambies de compañero en tú trabajo.

Perdona pero, te vas a enamorar de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora