Capítulo 5

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-Bueno, la verdad es que esto me asombra un poco.-comenzó. A cada palabra mi pulso se aceleraba más.

"¡¡Dilo ya!!"

- Normalmente estas cosas no pasan pero .......

- Doctor Horan dígalo sin rodeos por favor.- pidió mi madre.

Él pasó su vista hacía mi. Yo me estaba mordiendo las uñas de lo nerviosa.

-Oh no se preocupen, son buenas noticias. Layla, vas a poder volver a andar.

-¿¡Qué? ! Eso es fantástico....

- Pensamos que sería permanente.- Me interrumpió mi madre muy seriamente.

- Verá, el mayor problema, no es la rotura de los huesos en este caso. Es más una cosa psicológica.

- No lo entiendo.- dije.

Si me podía curar ¿por qué no podía empezar ahora? Aunque fuera con unas muletas.

El doctor Horan puso unas radiografías en la mesa.

Una del día del accidente y otra de hoy. Señaló la primera con un bolígrafo.

- La fractura que sufrió fue muy grabe, pero no afectó a las vértebras, por lo tanto había una pequeña posibilidad de curación que se vería con el tiempo. Hoy en las pruebas hemos visto que la mayoría de huesos, músculos y tendones, han recobrado su forma original....

- ¿Entonces por qué no puedo andar?

- Cómo he dicho antes es algo psicológico, caíste en un periodo de depresión durante un tiempo, y esa negatividad hace que tu cuerpo todavía no se sienta preparado, aunque esté curado.

- Contrataremos a un psicólogo hija. - me tranquilizó mi madre.

Puso su mano en una de mis rodillas y yo cubrí su mano con la mía.

- Según vallan avanzando las sesiones, tendrás que venir una vez cada dos semanas para examinar la evolución. Así podremos pasarte a unas muletas y algún día recuperarás la total movilidad en las piernas.

Estaba muy feliz, algún día andaría de nuevo y ese día se acercaba, mis piernas casi estaban sanas del todo.

- Muchas gracias doctor.

- Ese es mi trabajo, hasta dentro de dos semanas Layla. - se levantó de su sillón para abrirnos la puerta y se despidió con una gran sonrisa.

Volvimos a la facultad y mientras dejaba a mi madre atrás, abrí la valla del edificio y me fui a mi última clase. Había perdido toda la mañana.

Al llegar al aula golpee la puerta con los nudillos y entré.

- Buenos días señorita Jones, ¿a que se debe su retraso? - me preguntó el señor Locky.

Todos los ojos de la clase estaban fijos en mi, menos los de aquella chica rubia que me cruce un día en el ascensor. Parecía estar muy concentrada mirando el móvil por debajo de la mesa.

¿Cómo se llamaba?

A si, Stef

- Disculpe, pero he tenido revisión médica, le traigo un justificante.

Se lo entregué y me fui a mi sitio en la tercera fila, entre la rubia y un asiento vacío.

-Cómo estaba diciendo, en tres días será el concurso de talentos.
Seguramente diréis "¿Un concurso de talentos? ¿Eso se hace en una facultad?" - dijo imitando una voz chillona. - Pues no, pero nosotros lo vamos a hacer. Podéis apuntaros hasta una hora antes del concurso, solo tenéis que decírmelo a mi.

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