Amigo Incondicional

1.4K 121 44
                                    


Lysandro me observó desde el otro lado de la mesa, mis mejillas se sonrojaron y mi corazón empezó a latir con velocidad.

-No digas cosas así -susurré. No entendía que pasaba conmigo. Aún no hacían ni tres meses que Kentin había fallecido y ya reaccionaba de esa manera. Lysandro me miró sin entender.

-¿De qué hablas? -preguntó.

-De... de halagarme -dije.

-¿Por qué no puedo hacerlo? Eres mi amiga y no me gusta verte triste -respondió Lysandro.

-Pero... Kentin... -dije, aunque Lysandro me interrumpió.

-Es completamente entendible que no te sientas cómoda con los halagos, o con mi presencia, más porque hace muy poco que eres viuda, pero debes entender, Annie, que en algún momento deberás de continuar tu vida. -Lysandro me miró con compasión con sus ojos bicolor mientras me hablaba con suavidad-. No hablo solamente de volver a emparejarte, sino de convivir con otros humanos, estás muy acostumbrada a estar sola en esa casa. Sé que tú y Kentin vivieron muchos momentos allí, pero no te encierres en ti misma, y sobre todo no alejes a tus amigos.

Contuve un sollozo, Lysandro tenía razón pero no podía evitar quedarme en casa, dónde mi marido aún vivía.

-Annie, ¿por qué siento que estás esperando una carta de Kentin? -preguntó Lysandro mirándome perspicazmente. Yo tragué saliva, mi amigo suspiró-. No puedo creerlo, ¿en serio piensas que esto va a ser como "P/D: Te amo"?

Suspiré conteniendo las lágrimas. Era demasiado estúpida manteniendo las esperanzas que Kentin continúe con vida. Imaginaba que quizás haya podido, al menos, mandarme un par de cartas, explicándome cosas que no terminaba de entender pero ¿quién usa cartas en esta era de avances tecnológicos? El High Tech mató todo romanticismo.

-Mamá -llamó Dante. Yo me limpié las lágrimas y miré a mi hijo que me observaba con sus ojos azules verdosos. Él sabía lo que me pasaba, me estiró su manito, intentando alcanzar la mía.

-No te preocupes, hijo. Mamá está bien -dije y le acaricié la cabecita-. Todo está bien.

La reunión con Lysandro terminó cuando se hizo hora de buscar a mis hijos del campamento. Mi amigo nos llevó a casa.

-No te pierdas, Annie. Recuerda que la vida continúa -dijo.

Yo asentí mientras contenía las lágrimas, pero una se escapó. Lysandro me la secó con su largo y fino dedo blanco mientras me sonreía.

-Llora lo que haga falta. Llámame si necesitas algo -dijo con voz suave. Yo asentí. Sentí los brazos de mi amigo abrazándome, le correspondí el abrazo-. Te quiero.

-Yo también -susurré.

Me soltó, y volvió a su automóvil. Me saludó con la mano e ingresó al vehículo. Con un último rugido del motor, Lysandro salió por el portón de madera.

Me apoyé en uno de los pilares de madera de la galería de entrada, mirando como las nubes oscuras, cargadas de agua, formaban castillos en el cielo, iluminándose con rayos y centellas.

Suspiré. Qué difícil se estaba haciendo el día a día sin Kentin. Ingresé a la casa y observé a mis Catrina jugando con su hermano menor mientras que Liam leía un libro. Observé el reloj de la cocina, ya debía de ponerme a preparar la cena para mis hijos y para mí, esa noche tenía que estar temprano en el bar de Gaeil.

Pasé al lado de la foto de mi esposo, vestido con el uniforme de gala y la acaricie con cuidado. Mis hijos y yo terminamos de comer, me dispuse a lavar los platos pero Liam me detuvo.

Corazón de Melón con Fresa (libro #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora