Viviendo con...¿21 chicos?

Jacob y Bea

Kian estaba sentado frente al ordenador esperando una video llamada, eso era todo lo que sabía. Suspiré cansada ya que yo estaba de pie y tampoco entendía que pintaba yo ahí. Kian se percató de mi aburrimiento y habló.

-Oh, lo siento. Ben, siéntate.-señaló su regazo y yo lo miré con una ceja alzada.-No se cuantas veces en lo que llevamos de día habrás puesto ya esa cara pero venga ven, ya nos hemos confesado que nos gustamos. ¿Qué mas te da un poco de confianza?

-Esta bien...Espera, ¿te gusto?

-Sí, supongo, no lo sé. ¿Y yo a ti?

-No lo sé.

-Venga siéntate.-me pidió con esa sonrisa irresistible a la que accedí.-Si no te importa...-dijo abrazándome por la cintura para llegar al teclado del ordenador y coger la llamada.

-¡Hola!-se oyeron dos voces del otro lado de la pantalla.

-Hey, ¿eres la nueva?-asentí tímidamente-Yo soy Bea y el es mi novio Jacob.-el chico saludó con la mano.

-Andrea, Andrea Russett.

-Encantada. Nosotros también vivimos ahí, volvemos dentro de poco. Bueno háblanos de ti.

-Mmm...Me llamo Andrea, tengo quince años, en poco tiempo hago los dieciséis, mi color favorito es el negro y el morado y soy la prima de Shawn.

-¡Tu eres la famosa Andrea a la que Shawn quería secuestrar!

-¡Jacob!-lo regañó su novia y yo seguí riendo junto con Kian.

-¿Y ahora donde estáis?

-Francia.

-¿Y cuando volvéis?

-Después de pasar una semana en Roma con papá y mamá.-al Bea decir eso noté como Kian se tensó y se formó un silencio incomodo.

-Bueno chicos, encantada de conoceros, pero tengo cosas que hacer y necesito que Kian me ayude.-Kian me miró con el ceño fruncido.

-No hay problema chicos, ya hablaremos y encantada yo también.-y corté la llamada.

Me apoyé en la mesa donde estaba el ordenador apoyado y miré a Kian que estaba sentado mirándole las manos. Le acaricié el pelo y el me miró a los ojos, los tenia aguado.

-¿Estás bien?-le pregunte acercándome a él.

-Sí, tranquila.-dijo abrazándome por la cintura y acercándome a él.-Contigo estoy bien.-me sonrió tierno y yo le rodeé su cuello con mis brazos y me senté a ahorcajadas sobre él para fundirnos en un tierno abrazo de apoyo. No se si lo que le pasaba a él se le pasó, pero a mi si que se me quitó esa sensación de que estaba sola, ahora, de una forma u de otra lo tenía a él.