Estábamos en su casa cuando recibimos el aviso de que Renee estaba de venida.
Nos pusimos en marcha hacia el parque, estoy demasiado nervioso como para decir algo coherente, Santiago no hace más que burlarse de mí en lo que llegamos.
Iba dándome ideas de cómo hablarle y qué decirle con respecto a su pulsera. Ella nos estaba esperando sentada en un banquito, llevaba puesto unos jeans azules, una blusa blanca y una chaqueta celeste; su hermosa melena iba sujetada en una coleta; había llegado el momento en que le hablaría a la preciosa chica dueña de ese brazalete.
La vi, nos vimos; se levantó y lo saludó a Santiago.
Él es Felipe -dice Santiago- y ella es Renee, mi prima.
Mucho gusto -decimos al mismo tiempo, mi corazón iba a mil por hora.
Nos fuimos a sentar en uno de esos taburetes que tenían una mesa en donde se podía jugar ajedrez o damas, allí iban muchos ancianitos a pasar el rato.
Nos sentamos y comenzaron a charlar sobre su viaje y lo que hizo; ella contestó que fue uno de los mejores viajes que pudo tener con su familia y que se alegraba muchísimo de volver; nos preguntó sobre el colegio y lo que estábamos pasando, le contesté que estábamos pasando nuestros últimos días de promoción y que era todo emocionante porque en menos de dos semanas nos íbamos a graduar.
¡Oh! Que felicidad por ustedes -contestó ella- Santiago me dijo que ya tenía yo mi invitación.
¡Va a ir! No puedo creerlo, era la mejor noticia que había recibido en todo el día. Pero eso no era todo...
Bueno, bueno, buscaré algo de comer -dijo Santiago y me guiñó un ojo- no tardo.
¡Uff! Había llegado el momento. Yo miraba a Santiago mientras se iba, no sabía qué hacer ni cómo comenzar la charla, estaba demasiado nervioso; para mi suerte, ella habló primero...
Son mejores amigos ¿no? -Me preguntó-
Sí, es el mejor-Le dije- y ella sonrió. Oh, es hermosa su sonrisa. Estuvo preguntándome sobre el colegio y qué hacíamos, hasta que hubo un momento en el que ya ninguno de los dos sabía que decir. Santiago me comentó que hace harto que no se ven, y que te extrañaba mucho -le dije, intentando seguir la charla;
Si, si, pasa que vivo en las afueras de la ciudad y por eso solo nos vemos en ciertas ocasiones -contestó
¿Si? Debe ser difícil estar lejos de tu familia
Si, al menos para mi madre, echa de menos a su hermana; y yo echo de menos a Esteban.
¿Esteban? ¿Quién era ese Esteban y por qué lo echaba de menos?
¿A Esteban? -Le pregunté- Sí, es mi cortejo -Me respondió.
¿Su cortejo? ¡Oh no!, Me sentía fatal, ahora solo rogaba que Santiago llegue de una vez para irme a mi casa.
Aah, que bien -Le dije- por allá viene Santiago.
Efectivamente él se acercaba por la otra esquina y traía en sus manos una bolsa del supermercado, que estaba a dos calles del parque.
Okay, encontré estos deliciosos sándwiches de jamón y queso y estas gaseosas para los tres -dijo él sonriendo- Y... De qué charlaron mientras me fui
Del colegio y otras cosas -Contestó Renee
Aah que bien, bueno, qué les parece si regresamos a mi casa -Preguntó Santiago
Claro, vamos -Dijimos Renee y yo al mismo tiempo.
La caminata de vuelta a casa de Santi me resultó lo más larga del mundo, yo solo pensaba en Renee y Esteban, no había lugar para otro pensamiento en ese momento.
Llegamos, y nos sentamos en la sala, esperando a que llegue la madre de Renee para llevársela a su casa; pasados unos 20 minutos, sonó el timbre y Renee ya se había ido.
Quedamos en silencio un momento, okay, cuéntamelo todo -Dijo Santi- Ooh amigo -Suspiré- ni te la imaginas.