Capítulo 31.

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Todo el día, y en todos lados de la escuela, hablaban sobre mi columna. En un tiempo libre fui a ver al equipo que se encarga del periódico y me pidieron una disculpa, pues fueron los editores los que decidieron publicar la primer edición justo hoy.

No me molestó, solo me tomó de sorpresa. Cada vez que caminaba por los pasillos, notaba como todos hablaban de mí, en una buena manera. Unos incluso me pidieron que les firmara su periódico.

Fue una locura, pero fue algo interesante, y un gran inicio de clases. También nos han avisado de un baile de bienvenida que están organizando para la próxima semana, qué emoción.

Cuando estas terminaron, me fui directo a casa de Mónica, junto con Drew, pues hoy tengo terapia. Los demás fueron a jugar bolos, se supone que los veremos ahí más tarde.

En la sesión de hoy, el tema principal fue la columna y su publicación, también hablamos sobre la despedida de Wendy, Sam y Brittany. Honestamente me siento feliz, pero extraño, es una sensación extraña, siento que me faltan ellas, pero a la vez estoy tranquilo porque siento que estoy completo, y más con lo que ha pasado el día de hoy.

Me gusta contarle todo lo que siento a la señora Harden, pues pueden parecer cosas tontas en mi cabeza, pero cuando hablo estas se vuelven importantes.

Ella dice que he avanzado mucho más, pero que aún hay cosas por resolver. Está orgullosa por mi, y sabe que mejoraré cada vez más, está dispuesta a trabajar todo el tiempo que sea necesario.

Ahora me ha cambiado el horario de mis terapias, ya no serán dos por semana, ahora será una cada semana, es un gran avance.

Salgo sintiéndome bien, tengo muchas ganas de seguir escribiendo, también tengo muchas ganas de hablar con las chicas y preguntarles sobre como ha sido su primer día en la universidad.

Drew y yo nos dirigimos a donde están todos, en el boliche. Lo veo y lo noto extraño, desde la boda lo noto así.

–¿Qué te pasa, Drew? –pregunto–. No has dicho casi nada desde que llegamos a casa de Mónica. ¿Te sientes incomodo por haberme acompañado a la terapia?

–No, claro que no, Ian –responde–. He estado pensando muchas cosas, y todo eso desde la boda.

–¿Por qué? Fue la boda de tu madre, deberías estar feliz.

–Intento estarlo, pero todo se siente tan extraño.

–¿A qué te refieres?

Drew se detiene y se sienta sobre la acera, de su bolsillo saca un cajetilla de cigarros y se coloca uno en la boca, también ha sacado un encendedor, que ocupa para prender el cigarro.

–Siéntate –dice.

–¿No está mal que fumes eso aquí? –pregunto.

–Lo necesito –dice–. Me relaja un poco.

–Está bien, no te juzgo.

Me siento junto a él, mientras observo como su cigarrillo se consume cada vez más.

–¿Por qué no puedo sentirme bien por mi madre? ¡Acaba de casarse! Y no me emociona, ni siquiera me pone triste. Me siento tan extraño.

–Pues, la boda fue increíble –respondo.

–Ian, estuvimos ebrios todo el tiempo.

–Lo siento –digo–. ¿Pero qué es lo que sientes?

–Solo, no siento nada. ¿Qué debería sentir?

–Tal vez hay algo muy en el fondo que está haciendo que reprimas cualquier sentimiento –digo–. ¿Alguna idea?

–Te seré sincero, pero no quiero sonar egoísta.

Infinito por PrivilegioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora