1: ¿Qué me esta pasando?

43 2 2
                                    

El sudor me caía por la frente, corría y corría sin parar. Llevaba jeans, los cuales ya estaban rotos por las ramas en el suelo del bosque y una camiseta blanca llena de sangre, la mía.

Descubrí una cueva y me metí dentro de esta, tratando de esconderme de lo que sería mi final, me tiré contra la pared tratando de no gritar de dolor. Mire mi brazo y ahí estaba, una flecha clavada entre mi brazo y antebrazo, retiré la flecha con todo el valor del mundo mordiéndome el labio para reprimir el dolor.

Cuando esta yacía en el piso de piedra pude ver la punta que anteriormente tenía clavada...me lo suponía, acónito. Habían sido ellos, los cazadores.

(...)

Entre por la ventana al cuarto de Elizabeth tratando de no hacer ruido, puesto que eran como las 2 de la mañana.

-Pss, Eli, levántate.-susurré/grité moviendo a mi mejor amiga.

-Cinco años más.-respondió una somnolienta Elizabeth.

Puse mis ojos en amarillo y hablé.-Elizabeth.

A lo que los ojos de la morena también se abrieron y se tornaron de un rojo neón.-Okey, estoy despierta Abby.

-Gracias a Dios.-volví mis ojos a la normalidad- ¡Necesito ayuda!

Eli posó su mirada en mi brazo lleno de sangre

-¡ABIGAIL JOHNSON!-dijo parándose y prendiendo la luz de su habitación y mirando con ojos de lobo la herida.-¡Acónito! Te mataré Abby, ¡¿cuantas veces te tengo que decir que no salgas en luna llena, y de noche?! ¡Aún no tienes control absoluto!

-¡Si lo tengo! Esto fue un descuido...

-¿Un descuido? ¡Te envenenaron Abigail! Pudiste haber muerto... Espera...¿quienes fueron?

-Los Silvermind

-De acuerdo. Acompáñame.- dijo saliendo de la habitación.-

Caminamos hacia un salón donde ella puso una clave, seguido de su código de huella y finalizando con el reconocimiento de ojos de lobo, sep, los Clark tenían una muy buena seguridad.

Se abrió una puerta de metal dejando ver un gran cuarto, y no, no era rojo xD. Este tenía una enorme mesa de metal donde podría caber una persona de 3 metros, con paredes de color marrón, decoradas con cuadros de diferentes leyendas sobre lobos. Pegado a las paredes habían repisas y vitrinas con frascos y herramientas para curar heridas.

Nos encontrábamos en la enfermería, de su casa.

Me paré apoyando mi brazo en la mesa.-¡Duele mucho!

Elizabeth saco una tijera y corto la manga de mi camiseta, dejando ver como el veneno avanzaba por mis venas.

Rápidamente, empezó a buscar algo en los frascos.

-¿Qué es eso?

-La cura de tu herida.

-¿Dolerá?

-Tal vez.- me miró y coloco el polvo azul en mi herida, dejando que esta ardiera mil veces más de lo que hacia antes.

Abrí mis ojos, y estos se encontraban amarillos, miré mi brazo y pude observar como la infección bajaba por mis venas hasta llegar a la herida y curándola por completo, es ese momento sentí mi cuerpo mucho más pesado y cada vez mis ojos se sentía de igual forma, después de ver todo negro y caer desmayada en el piso de mayólica escuchaba como Elizabeth gritaba.

Ser una mujer lobo de 17 años, no es fácil.

Una...¿McCall?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora