IV
MARCADA
—Vamos, tenemos trabajo— fue el saludo que Uriel le dio al aparecerse en su habitación.
Axel ni se molestó en rodar los ojos, ya estaba acostumbrado a que su mentor apareciera en medio de la noche en su habitación para llevarlo al Sacellum o en algún designio que servía para su entrenamiento. Así había sido desde los últimos ocho meses, exactamente desde su cumpleaños número veintiuno.
—Estoy ocupado, ¿no ves que tengo una partida para ganar?— le respondió de mala gana, sin apartar la vista de su televisor donde se encontraba jugando en su X-Box.
Uriel pasó por delante de él y le apagó el aparato.
—¡Oye!
—Vístete, tenemos un designio que cumplir— le dijo con seriedad aventándole la ropa que había dejado acomodada en la silla de su escritorio—. Ahora.
Axel bufó y de mala gana obedeció a su mentor. No le importaba que los altos mandos supieran de su disconformidad con las cosas que respectaban al mundo de los ángeles. Después de todo ellos no le escucharían nunca.
Salió de su habitación y se dirigió al baño. El departamento se encontraba en absoluto silencio debido a la ausencia de sus ocupantes. Hacía más de tres meses que ese se había vuelto un panorama común y uno que Axel odiaba. Su hermano menor había sido diagnosticado con un cáncer extraño y había estado internado en un hospital desde entonces. A pesar de que Axel les había implorado a los Arcángeles que le ayudaran, ninguno estuvo dispuesto a darle su mano protectora, ni siquiera su mentor, y qué decir de Rafael. Ese Arcángel se suponía que era el que tenía el don de la sanación y aun así le había dado la espalda en sus momentos difíciles.
—No podemos involucrarnos— recordó la excusa que le daban todos.
Aquello dolía. No podía abrazar su verdadera naturaleza a sabiendas de que podía ayudar a los suyos pero no se lo permitían. Le dolía ver a su hermano agonizar y delirar a causa de las fiebres que le agarraban. Le dolía ver el esqueleto en el que día a día se iba convirtiendo.
—¿Qué ha pasado esta vez?— le preguntó a Uriel con voz cansina cuando regresó a su habitación.
—La mal'akh de Rafael podría estar en problemas, y hay un once cuatro en fuga.
Axel frunció el ceño. ¿Elena Salvaterra estaba en problemas? Un nudo se le formó en la boca del estómago, pero trató de ignorarlo, no podía permitirse sentir la culpa de las consecuencias de sus actos. No ahora. No cuando tenía tanto en juego.
—¿Y por qué debemos interferir nosotros?
—Porque el demonio que va detrás de esa mal'akh es uno de los grandes, se requerirán al menos cinco para poder darle caza.
El chico soltó un suspiro de derrota. Debía cumplir con ese designio, después de todo no sabía las consecuencias que podía ocasionar si no lo cumplía. Había sido una falta así la que le había quitado la alegría a su hogar. No podía seguir causando más dolor a los suyos.
—De acuerdo. ¿A dónde iremos?
Uriel no le respondió. Pero con un movimiento de cabeza le indicó que lo siguiera.
—Y luego dicen que el de los malos modales es uno— susurró con ironía para sí.
Gracias al anima lapis de Uriel llegaron al lugar en un abrir y cerrar de ojos.
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Mal'akh: GÉNESIS
Science FictionElena Salvaterra está por cumplir los 21 años. Ella creía que era una adolescente común y corriente, pero pronto descubrirá que su destino está ligado a una guerra que se remonta, quizás, desde el principio de los tiempos. Su misión es clara, pero ¿...