Diez: Secretos

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Llegué a casa de Lea cerca de las 3:15, la encontré en el salón de música con expresión reflexiva.

-Hola.

Sacudió la cabeza, como saliendo de un trance -Hola.

-¿Pasa algo?

-No, no. Empecemos.

Preferí no insistir más y me senté frente al piano, Lea tomó su violín y antes de comenzar habló de nuevo.

-Isabella anda por ahí, no te sorprendas si entra de pronto, aunque le dije que no debía hacerlo, ya sabes, niños...

Sonreí -No te preocupes.

Comencé a tocar con tranquilidad, para mí la primera parte era muy fácil, lo hacía con naturalidad.

Cuando fue tiempo de que el violín comenzase Leanne empezó a tocar, pero después de unos segundos desafinó y se detuvo.

Suspiró -Lo lamento.

-No importa, vamos de nuevo.

Comencé a tocar de nuevo, pero cuando Lea empezó, volvió a equivocarse.

Suspiró y se llevó una mano al rostro -Yo...

-Tranquila, para esto se ensaya, vamos otra vez.

Sabía que podía hacerlo, ya lo había hecho varias veces, no entendía porque ahora no.

Sin embargo, no me importaba, estábamos para ensayar.

Volví a tocar por tercera vez, y ocurrió lo mismo.

Ella gruñó y dejó el violín en el suelo mientras daba vueltas por la habitación enojada.

-Cálmate, no importa, tu puedes hacerlo.

-No, ¡No puedo! ¡Soy un desastre! -refutó molesta -Yo te lo dije. No puedo, no puedo -dijo molesta y a la vez decepcionada de sí misma.

-Lea, eres talentosa, tu puedes, ya lo has hecho. Una vez más, ¿Sí?

Suspiró mientras tomaba el violín -Esta bien. Sólo una.

Temía que fallase de nuevo, no porque desconfiase de ella, sabía que podía hacerlo, sino por ella, temía su reacción. Pero al estar tan segura de que no podría, sería un milagro si lo lograba.

Toqué de nuevo y por cuarta vez, falló la nota.

Me preparé psicológicamente para un huracán emocional.

Pero solo suspiró y soltó el violín, llevándose ambas manos al rostro.

Me acerqué a ella y tomé su hombro.

-Lea... ¿Algo anda mal? Si prefieres continuar mañana...

-No -dijo y noté un par de lágrimas en sus mejillas, que limpió con rapidez- yo estoy bien, no pasa nada, es solo...

-¿Qué?

-Nada, nada importante.

-¿Segura?

Estaba totalmente seguro de que algo tenía, la conocía lo suficientemente bien, y por eso mismo, sabía que no me lo diría.

-Sí.

-¿Quieres escuchar la canción?

-Sí.

Puse la canción un par de veces hasta que estuvo más tranquila, y por fin, después de varias horas, logró hacerlo.

-¡Viste que si podías! -Dije al terminar la canción.

Ella sonrió -Esperemos que siga así.

-¡Claro que sí! ¿Por qué no?

Paura D'Amare [Ignazio Boschetto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora