Parte 28: Corazones.

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Narra Angela:

―Buenas noches...―dice observándome de pies a cabeza- ¿Es usted Ethan Gray?―pregunta ahora dirigiéndose a él.

Le hago una seña con la cabeza para que diga "no" y se marche, pero no me clava la mirada, ya que solo puede mirar al piso mientras tiene un gesto de confusión.

―Sí-responde con el ceño fruncido.

Oh, rayos.

―Oh, debo pedirle por favor que se retire de la casa. Son órdenes del señor Woodhouse.

―Pero, Elena, no estamos haciendo nada y...―paso una mano por mi frente y frunzo los labios. ¡Demonios!

―Lo lamento mucho, pero su padre me dejó las cosas muy claras y quiero conservar mi empleo. Él tiene sus razones―junta ambas manos y ladea la cabeza―. Lo siento, pero se tiene que ir, joven. Tendré que llamar al señor Woodhouse.

―Ethan, no...

―Está bien―me interrumpe―Tu padre tiene sus razones. Nos vemos mañana en la escuela, cuídate, buenas noches y... estaré pensando en ti.

Al darse media vuelta y abrir la puerta, voltea por última vez para decir:

"Adiós, Angela."

Se va, dejándome con una incógnita por resolver en mi cabeza. ¿Por qué se fue así? No ha dicho nada y mi cabeza da vueltas. Me pica el cuero cabelludo, y hasta llego a sentir un sabor agrio en mi boca, todo por el efecto que causa en mí.

―Señorita Angela.

Volteo.

―¿Sí?―pregunto distraída.

―¿Todo bien?

―Sí... sí... claro―murmuro-. Por favor no llames a mi papá.

―Mira, preciosa―se acerca―. También pasé por esto, y créeme que sé que es difícil que tus padres, o bueno, tu padre no esté de acuerdo. Pero todo pasa. Así que cambia esa carita ¿sí? No te preocupes, por ésta vez no le diré a tu padre, pero por favor, no te metas en problemas.

Las palabras de Elena me hacen sonreír. Si supiera lo confundida que estoy ahora... no lo sé. Solo quiero recostarme en mi cama con una taza de café.

―Gracias, Elena. Bueno, necesito dormir, y tú también.

Sonríe tiernamente y ambas subimos a nuestras habitaciones.

Narra Ethan:

Salgo de su casa con la cabeza gacha, completamente triste. Sigo con el nudo en la garganta y con las ansias de besarla y decirle que nunca he conocido a alguien como ella. Que me gusta. Que me enloquece. Y que no he dejado de pensar en ella y en este sentimiento de culpabilidad que me consume día tras día. Pero ahora todo está mal, muy mal. Nunca creí que esto sucedería, menos con ella.
Debo admitir que su niñera apareció en el momento indicado.

Empiezan a caer gotas de lluvia en mi rostro, gotas pesadas y grandes, haciendo que el camino a casa sea aún más complicado. ¿Qué se supone que le diga mañana cuando me pregunte? Muero de ganas de tomar una cerveza y olvidar toda esta mierda de una vez. Quizá lo mejor ahora será que le diga la verdad. Sólo eso, necesito verla, y ahora más que nunca lo entiendo.

¿Por qué tuve que ser tan tonto durante todo este tiempo?

Llego finalmente a casa; mojado y agotado. Cierro la puerta y paso una mano por mi cabello húmedo, necesito un baño.

―Ethan― levanto la mirada, mi madre está sentada en el sofá.―¿En dónde estuviste?

―Estuve en casa de alguien, madre.

Di que me amas, por favor (Editando) » COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora