Antes de salir, pasé a dejarle las galletas a V. Abrió la puerta con una cara de recién despertado. Al menos traía ropa, eso me tranquilizó.
– Mmm... – Estaba medio dormido. – ¿Quieres pasar?
– No, solo vine a dejarte esto. – Levanté el pequeño envase y se lo entregué.
– ¡Oh! – Despertó de inmediato. – Huelen genial... – Cerró sus ojos. – ¿Segura no quieres un café?, me siento en deuda.
– No, gracias... – Socky entró volando a su departamento. – Me conformaré con que cuides de él. Jajaja. – Lo tomó en brazos.
– Sabes que sí... ¿Cómo estás Mantecol?, ¿traes hambre?
– Bueno, los dejo.
– Adiós, que te vaya bien.Cerró su puerta. Yo me aseguraré de hacer lo mismo con la mía esta vez. Puse las cosas dentro de la mochila y también un poco de dinero en efectivo más la tarjeta. Como nunca antes en la vida, observé la ropa que llevo puesta en el espejo: Una polera roja sin mangas y holgada, pantalones negros ceñidos y una chamarra blanca de tela muy delgada.
Bajé, di los buenos días, recogí mis cuentas y salí rumbo al paradero. El autobús pasó casi enseguida. Con Kook quedamos de juntarnos dentro de una hora, pero llegar un poco más temprano no dañará a nadie. Puedo aprovechar de mirar tiendas en el centro comercial que está frente al lugar.
Descendí y vi la tienda. No hay cómo perderse. Es más letrero con el nombre que vitrina. Me pregunto cómo le harán para vender. Volteé para divisar el Centro, pero solo vi un vibrante color rojo. Trastobillé de la impresión. Una ágil mano me sujetó de la muñeca izquierda.
– Llegas temprano. – Rubor mode: on. JungKook.
– Con un... Dioses, JungKook. Por poco me da un ataque...
– Acompáñame. – ¿Qué?. Aún no me soltaba, así que me jaló por la misma hasta llegar a un auto negro con ventanas polarizadas. – Tengo el número. Cuando lo necesite, llamaré. Puede irse. – El auto subió sus ventanas y se fue.Jeon me daba la espalda. Al parecer, esperaba que el auto se desvaneciera en la ciudad. No sé, estaba preocupada de mirar nuestras manos tan cerca la una de la otra. Rayos, ¿por qué no puedo sacar fotos con los ojos?
– Alto ahí. – Dijo la vocecita de siempre. – Esto no es una cita, ¿recuerdas?.
Volteó y aparté la mirada. Kook deslizó su mano para soltarme, rozándome los dedos. Ese simple movimiento electrificó todo mi brazo, y más.
– Hace calor...
– Ni que lo digas... – Dije irónica.
– ¿Quieres tomar un helado conmigo? – Me le quedé mirando como idiota. – ¿_____? – Reacciona...
– Si no hay de piña, no valdrá la pena, te lo advierto. – Rió ligeramente.
– Lo mismo digo.Caminamos, dejando la tienda detrás, adentrándonos en el parque que da al Centro. Creí que nos dirigíamos allá para el helado, pero Kook se detuvo en mitad del camino.
– Sabes, es mejor si tomamos el helado aquí en el parque.
No le respondí y me limité a seguirlo. La verdad, para mí no hay diferencia. Ya sea en la esquina de mi casa o en el edificio Hancock, un helado es un helado, punto. Más si es con él. Si le parece bien tomarlo bajo un puente, que así sea.
Los siguientes minutos, exploramos el lugar. O al menos yo lo hacía. JungKook, por otro lado, parecía conocer muy bien los alrededores, porque apenas miraba por dónde caminaba. Eso me preocupó un poco. No está como siempre.
Además, ya llegamos y no ha dicho nada.
– ¿Estás bien? – Pregunté, dejando la mochila sobre una mesita metálica.
– ... – ¿Me habrá escuchado? – Sí.De pronto, todo el mundo perdió color. Ya no había árboles, ni pasto, ni tienda, ni viento. Solo tenía a un chico cabizbajo parado frente a mí, al cual quería ayudar como fuese posible.
– Vamos, sé que mientes.
– ... Sí, miento. Pero no es nada importante.
– Si es así, ¿hay algo que pueda hacer? – Levantó su mirada hasta mí. De la nada, sonrió.
– Siéntate. Voy por ellos.Hice como dijo. Y contemplé la escena en la que, la joven vendedora, le coqueteaba. ¿Él? La ignoró por completo y volvió con los helados en las manos. Me entregó uno, y se sentó, aplastando su pierna derecha, frente a mí.
Mientras comíamos, me confesó lo mucho que extrañaba el vivir con su familia. De modo que no está con ninguno aquí. Que si antes le era difícil compartir con ellos, ahora resultaba ser casi imposible.
– Y... ¿Cómo pudiste decir que no era nada importante? – Dije, algo molesta.
– Es que... En comparación, ¿cómo podría serlo? – Veía su helado.
– ¿En comparación con qué?
– Contigo. Tu familia está mucho más lejos que la mía, y no te quejas. – ¿Se siente mal creyendo que es un mimado o algo así?
– Costumbre.Intercambiamos historias. No ha sido el único que trabaja desde temprana edad, que ha compartido poco con los suyos, que es alejado por deber y que los extraña.
Terminamos los helados, y empezamos a caminar. ¿Siquiera teníamos un rumbo?
– ¿A dónde vamos? – Preguntó confundido.
– No lo sé, te estaba siguiendo. Jajaja.
– Jajaja. Y yo a ti... Mmm... ¿Qué podríamos hacer? – Lo miré. ¿Es necesario hacer algo? – Oh, es cierto. ¿Trajiste más...?
– ... ¿Qué?
– Ya sabes... Esa cosa. – Ah. Habla del brownie.
– Jajajaja. Parece que preguntaras por drogas. – Rió. – Sí, las traje todas.Iba a escarbar en mi mochila ahí mismo, pero pasó una bicicleta. Qué peligroso. Como los hubiese botado, de aquí no sale vivo. Y lo digo por la cara que puso JungKook, no por la mía. Nos sentamos en una banca, a un costado.
– Están... – Dije, sacándolo. – Casi recién hechos.
– ¿Cómo lo sabes?Ok... Aquí vamos... ¿Por qué dije eso? Fue innecesario.

ESTÁS LEYENDO
A good cook (JungKook y _____) PLAN M
Fanfiction_____ es una chica trasladada desde (tu país natal) a Corea del Sur. Todo aquí parece ser de lo más prometedor hasta que, en su primer día de instituto, con su amiga reciben una increíble noticia.