Capítulo 15: Lo que me faltaba.

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Realmente no es nada de interesante despertarse a mitad de la noche, o... de la madrugada en este caso, eran las tres y algo. Lo peor fue percatarme de qué era la cosa que me despertó. La impotencia me envolvió junto al miedo, mi cuerpo entero temblaba en la cama mientras oía a mi madre desesperada pidiendo clemencia.

Claramente estaba siendo golpeada, lo escuchaba muy bien, al igual que los llantos que me destruían en corazón por dentro. Traté de hacer como las otras veces; dormirme y a la mañana hacer como si nada, pero ahora no podía, el corazón me latía demasiado rápido y las lágrimas se me escapaban involuntariamente.

Finalmente dejé de oír gritos pero... los golpes seguían, cosa que me asustó todavía más.

Hice una llamada rápida a la policía para notificar el suceso, mintiendo con que llamaba de la casa de al lado, quería evitar cualquier problema adicional. Sólo una persona podía tranquilizarme o al menos hacerme creer que todo mejorará.

Oí pasos que se acercaban a mi habitación y entré en pánico, estando todavía en pijama, desconecté mi celular del cargador y salté por la ventana, quebrándola. Sin más, corrí, corrí y corrí a máxima velocidad sin importarme nada más, en busca de mi único apoyo sentimental.

Agradecí de que Florencia no fuera una ciudad tan grande, podía ir caminando sin ningún problema a cualquier parte, en mi caso, huyendo al departamento de Lars. Y vaya, los porteros toman de lo más normal que una muchacha temblando en plena madrugada entre al edificio así como así.

Ya verán que parecía un auténtico animal salvaje golpeando la puerta del departamento de mi novio. Tardó bastante en ir a abrir, seguro es porque es de sueño pesado o algo así. Bueno, se le notaba cansado, con unas ojeras tremendas.

- ¿Umm...? -murmuró cuando abrió la puerta- ¿Sophia? ¿Qué estás haciendo a...?

- ¡Ayúdame! -me abalancé a sus brazos y me atrapó, envolviéndome con su calor corporal.

- Joder, estás congelada... ¿qué pasó?

Ambos entramos y fui soltándole todo lo que yo sabía, en busca de consuelo. Resumidamente me dijo que me tranquilizara, que una vez que llegara la policía a mi casa verían en caso, que me buscarían de todas maneras y que debía regresar a casa pero más tarde si todavía no me sentía bien, que si quería no era necesario asistir a clases mañana porque me sentía muy mal y no se sabía qué tan grave era el asunto.

Entonces, fuimos a su habitación y nos acostamos en su cama, estando los dos muy abrazados al otro, él susurrándome al oído palabras de aliento, palabras de amor, que sólo él puede pronunciar con tanta verosimilitud para que mi paz interna se reconstruya. Al paso de los minutos, me quedé dormida en sus brazos. Cosa que cuando ya fueran las seis de la mañana -hora que él se levanta para ir a la universidad primero y luego mi colegio-, me despertó con un tierno beso en los labios. Ofreció prestarme ropa para cambiarme pero negué, preferí quedarme en pijama, esperé no más a que él terminara de arreglarse para yo despedirme de él. Definitivamente, no iría a la escuela hoy, no valdría la pena. Iba ir a mi casa, sabía que la policía me estaba buscando porque saben que escapé pero bueno, tuve mis buenos motivos para hacerlo, la sobrevivencia, por ejemplo.

Estaba muy nerviosa, porque la policía seguía rodeando mi residencia. Apenas me vieron intentar entrar me negaron el paso, expliqué que yo era la "hija desaparecida" y comenzó el enorme interrogatorio, miles de preguntas acosadoras sobre lo que oí, vi y antecedentes claves. Mi estómago se revolvía con creces, ¿y cómo no? Demasiadas preguntas al mismo tiempo, demasiado gente observándome, ¡eso nunca me pasa, no estoy acostumbrada a ello!

Me notaron tan tensa que bajaron la revolución en que consultaban, iban de a poco porque me iba desesperando cada vez más. Aterrada consulté que dónde estaba mi madre, me explicaron que en un hospital... con graves heridas y daños cerebrales.

Mi padre... en el juzgado, preparándose para un largo juicio al que yo debería asistir también. ¿Y quién me cuidaría a pesar de que soy mayor de edad? Mis tíos. Vale. Algo bueno por lo menos porque ellos si me escuchan y no se ponen a pelear cada cinco segundo por cada aspecto cotidiano de la vida.

No fue hasta la tarde en que por fin me permitieron ir a ver a mi madre al hospital, muchas horas de dolor interno tuve que soportar hasta ver la realidad. La veía a ella, en una camilla, conectada a una máquina que la hacía vivir. Efectivamente, estaba en coma. ¿Por cuánto tiempo? Nadie sabe. Al ser yo mayor de edad y la única "heredera" de la familia, los paramédicos me preguntaron que si querían que la desconectaran. Negué rotundamente, de lo poco que Lars me habló de estos casos, es mejor esperar unos tres meses, si no despiertan luego de eso, será imposible que lo hagan, entonces, así fue, iba a esperar esos tres meses con muchísima paciencia y soledad, sin poder ir a estudiar, claro está, porque los juicios siempre parecen ser eternos para casos que no duran ni un día.

La mujer que me dio la vida se le veía irreconocible su rostro que solía ser igual al mío, era otra persona técnicamente con tantos golpes que deformaban su bello rostro, me fue imposible no llorar por haber estado allí presente y nunca hacer nada en cada pelea que existió, que pudo haber sido frenado si yo no hubiera sido tan egoísta y dejar que se mataran entre los dos.

Me sentía como la mierda. Sabía que ese hombre que la golpeó no merecía ser llamado "padre" de hace años, ¿por qué nunca hice nada hasta ahora? Ah, claro, la misma respuesta a todos mis problemas es: soy demasiado débil, tímida, llorona. No puedo hacer nada para cambiar.

Que asco de persona soy.

Y yo que creí que con estudiar iba a mejorar todo.

En serio, soy un asco.

When I learn to FLY (METALLICA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora