Des-troy

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Calíope tomó una de las tantas fotos desparramadas sobre su cama y la observó con lágrimas a punto de saltar de sus grandes y verdes ojos. Su vista era borrosa, pero conocía perfectamente la fotografía como para darse cuenta qué imagen había sido capturada en ella.

Era una de las fotos más viejas que aún guardaba, donde dos niñas de unos siete y ocho años se abrazaban en trajes de baño delante del gran mar al que habían ido de vacaciones juntas, como todos los años.
Una de las pequeñas era ella, con sus característicos grandes ojos verdes, pelo largo color caramelo y una sonrisa tímida pero alegre. La niña a su lado era su total opuesto, con unos pequeños y delicados ojos marrones, pelo negro hasta sus hombros y parada tal forma que inspiraba total seguridad y determinación a pesar de tener tan solo ocho años. Sara sonreía triunfante y orgullosa con un pequeño premio de segundo lugar de Surf para Niños en su mano.

Habían pasado ya 10 años desde ese día, más 10 años en los que fueron inseparables hasta la muerte.

Dejó con delicadeza la fotografía sobre muchas otras y tomó una en particular. Ésta era una foto más reciente, de su cumpleaños número 17, hace tan sólo tres meses.
En ésta, Sara se encontraba ahora con el pelo más largo y teñido de un eléctrico azul y la misma sonrisa orgullosa que siempre llevaba; Thomas, su mejor amigo, un chico alto con pelo marrón enrulado, un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierdas y un corazón de los que ya no encuentras con facilidad, sonreía burlón; y en medio de ambos, Calíope, con una coleta alta despeinada y la cara cubierta de pastel.

Una pequeña risa se le escapó entre las lágrimas que ya rodaban por sus mejillas. Ese día había sido uno de los mejores. De esos días en que quieres detener el tiempo y quedarte allí por siempre.
Pero el tiempo siguió corriendo, hasta hace una semana atrás, donde todo terminó de la forma más horrible en que una amistad puede terminar.

Sara estaba saliendo recientemente con otro "galán", como ella lo llamaba. Un chico orgulloso, egocéntrico y muy apuesto llamado Troy, el cuál sólo tenia intenciones de jugar con Sara, pero ella decía que ambos estaban enamorados, aunque Thomas y Calíope sabían perfectamente que no era así.
Lo que sucedió fue que ambos amigos fueron a encarar al "galán" para dejarle en claro que si pretendía lastimar a Sara, era mejor que se marchase en ese instante, pero Troy no sólo se río de ellos, sino que inventó una historia donde ellos habían habían tratado a Sara como una chica fácil, diciendo que la cuidara porque siempre salía en la noche y no volvia para la madrugada y muchas otras mentiras. Y como un muñeco controlado, Sara le creyó.
Le creyó a tal punto en que no pudo ver que toda la mentira era de lo más absurda. Pero ella estaba cegada por las palabras de Troy.

Entonces, después de una larga discusión, Sara se marchó rompiendo una amistad que se creía de por vida, y dos corazones que lo único que habían hecho era intentar protegerla.

Ahora Calíope lloraba sobre las fotografías con desespero. Hace un mes Sara se había marchado, y desde ese día, ni ella ni Thomas habían tenido noticias de la muchacha. Los mensajes que enviaban eran ignorados, las llamadas eran cortadas y los padres de Sara les cerraban la puerta diciendo que ella no deseaba verlos.

Había perdido su única amiga, su hermana. Y todo por la culpa de un chico, un mentiroso y embustero hombre que lo único que quería hacer era separar a Sara de Calíope, porque él no la amaba en absoluto.

Thomas entró en silencio a la habitación y se sentó junto a Calíope. Ella al sentir su presencia, se lanzó a sus brazos en un fuerte abrazo mientras aún lloraba la pérdida.
Y así estuvieron toda la tarde, hasta que las lágrimas ya no salían de los verdes ojos secos y simplemente de quedaron abrazados en silencio, cada uno asimilando lo sucedido, cada uno en su propio mundo.

Entonces el tiempo siguió corriendo, y dejaron de ser tres para ser dos, y las lágrimas ya no eran tan recurrentes en los verdes ojos de Calíope, y las bromas volvieron al día a día de Thomas, y poco a poco las fotografías fueron olvidadas en una caja al fondo del armario.
Todas menos una, donde dos niñas de unos siete y ocho años se abrazaban en trajes de baño delante del gran mar al que habían ido de vacaciones juntas, como todos los años. Donde la inocencia prometía años de amistad por siempre y las sonrisas eran verdaderas.

Y aunque Calíope nunca pudo olvidar, decidió seguir avanzando hasta que la sonrisa en su rostro volvió a ser tan fácil como la de su niñez.


-Tishy5808.



A las memorias, para que nunca se olviden pero dejen no de ser sólo memorias.

Los relatos de mis lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora