Ya estaba en mi cuarto después de un largo día y a la vez de que tenía un cansancio enorme, no tenía sueño.
Cogi mi portátil y busqué mi lista de canciones.
Le había dicho a Vanesa que me apuntaría al concurso de talentos, ¿pero que podía cantar?
Estaba entre varias opciones.Pero creo que al final cantaré "Vuelvo a ser la rara" de Sweet California. Me identifica bastante y me parece que tiene una letra y un mensaje preciosos.
Tras refrescar un poco la letra me quedé dormida sobre el teclado.
Pero no tardó en despertarme mi odioso móvil con un mensaje.
Queridos estudiantes.
Siento comunicaros que mañana no podre dar clase y por lo tanto tendréis el día libre. Me han surgido problemas familiares.
Espero que no os sea una molestia, un cordial saludo:
Rector Locky.
Bravo, mañana no habrá clase, me viene bien un descanso.
Mi segundo intento de dormir también fue en vano, mi despertador sonó y ya no pude volver a intentarlo.
Tendría que parecer un zombi toda la mañana.
Aunque para disimular un poco al mejor me servía un poco de base y corrector.
Me peine en un moño de trenzas y me puse una camisa de cuadros rosas y unos jeans blancos con un jersey corto azul cielo. Me puse mis oxfords, y rodé la silla hacia el piso de abajo.
Era temprano y mi barriga rugía por hambre, así que decidí ir a "Grease " a desayunar.
Tomé mi abrigo del perchero y salí.
★☆
- Hola Layla.- me saludó Beth.
-Hola Beth, ¿me sirves un café y un donut de chocolate?
-Claro.- y se fue con su gran sonrisa tras la barra.
Había muy poca gente, solo Beth, dos chicos en una mesa junto a la puerta, un hombre buscando una canción en una gramola y yo.
-Aquí tienes. - me dejó la comida y se sentó en una silla a mi lado.- ¿Te importa si te hago compañía un rato?
- No, claro que no me importa.
Me dedicó una blanca sonrisa y miró sus uñas, pintadas con un barniz rosa palo medio descascarillado.
- Es que no veas como me duelen hoy los pies de los patines. Además hoy hay poca gente.
- Eso parece.
En ese momento empezó a sonar "You are the only thing I wont" de la película a la que hacía referencia el local.
Parece que el hombre ya había encontrado su canción.
Enseguida Beth se puso a canturrearla por lo bajo golpeando la mesa con los dedos marcando el ritmo.
- Me encanta esta canción. - dijimos ambas a la vez.
- Oye Layla mañana sábado hay una fiesta aquí ¿te apetecería venir?
-La verdad...no soy mucho de fiestas. Además, con la silla me es difícil moverme entre la gente.
Beth se veía un poco desilusionada. Pero no podía hacer nada.
- No te preocupes, otra vez será.
Terminé de dar un sorbo a mi café y me despedí de la camarera para volver a la facultad.
Quería practicar con el piano, aunque me daba mucha vergüenza porque estaba muy a la vista, pero... si no, no podría presentarme al concurso.
Hice el banco del piano a un lado para acomodar mi silla y comencé a acariciar las teclas para comprobar el sonido.
No estaba perfectamente afinado, había un par de teclas que no daban bien, pero me las podía apañar.
Mire a mi alrededor y no había nadie a la vista, así que me concentré completamente en la música.
Como fue que se marchó. ..sin darme cuenta....como fue que me dejo....promesas sueltas....me creí mejor con él me hizo ser la que soñé. Y en un segundo se acabó....
(...)
Terminé la canción y frote mis ojos. Los tenía húmedos, y también las mejillas.
¿Había llorado?
No me había dado cuenta si era así.
Seguía sin haber nadie en la sala por suerte. Y tras recoger mi bolso me fui al ascensor y de ahí a mi habitación.
Algo que me asombró fue encontrar a Tayler en mi puerta, sentado y recostado contra ella con los ojos cerrados.
En seguida un montón de preguntas pasaron por mi mente.
1-¿Cuánto llevaba esperando?2-¿Por qué estaba ahí?
3- ¿Nadie se había dado cuenta de que estaba ahí?
También una parte de mí sintió una inexplicable ternura al verle dormido plácidamente esperándome.
¿Me estaría esperando a mi?
Llegué hasta él, me daba pena despertarlo, pero quería entrar en mi habitación.
Me incliné cuidadosamente hacia delante y moví su hombro.
-Tayler despierta.- no se movía. - Tayler, Tayler, ¡Tayler!
seguía sin responder y mis nervios aumentaban. Le busqué el pulso.
Lo tenía más lento que lo normal.
Le di dos tortas en los cachetes para ver si reaccionaba, pero en vez de eso, agachó la cabeza.
Me asusté, eso no era normal, llamé a gritos a la enfermera y pulse el botón de emergencia.
Cuando llegué pensé que eso seria una cosa que nunca serviría, pero ahora agradezco que estuviera.
Tayler seguía inconsciente.
La enfermera llegó corriendo por el pasillo repiqueteando de manera absurda sus altos tacones en el parqué.
-¿Qué ha pasado?
-Me lo encontré aquí tirado, al principio pensé que estaba dormido pero no contestaba y me asusté y se le está ralentizando el pulso...- dije cada vez más rápido.
Las lágrimas estaban a punto de brotar de mis ojos pero me contuve.
La enfermera sacó una aguja de su bolsillo y le quitó el plástico protector. A continuación se lo clavó a Tayler en la pierna y este se retorció un poco en el suelo.
-¿Qué es eso?
-Una inyección de insulina. Ha sufrido una hiperglucemia por no controlar sus niveles de azúcar en sangre.
¿Era díabético?
¿Por qué nunca me lo había dicho?
Bueno tampoco es una de las primeras cosas que diga una persona al presentarse.
- El problema es cómo llevarlo a la enfermería.
- Llevelo en mi silla, yo puedo esperar aquí.
-¿Estas segura querida?
Asentí con la cabeza.
Ella me ayudó a bajarme y me puse donde anteriormente estaba Tayler para dejarle mi silla.
Los vi desaparecer y yo me quedé esperando.
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Historia sobre ruedas
Novela Juvenil¿Cómo estarías si de repente todo cuanto amas y aprecias se ve afectado por una mala decisión que ni siquiera era tuya? ¿Si todo cambiara en cuestión de minutos, por una estupidez? ¿Y si esos cambios te hicieran darte cuenta de la cruda realidad?