4 de diciembre

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Esta noche miro al cielo y no veo la Luna, como tampoco la vi aquella noche. La mejor noche sin duda. Estaba tan concentrada en tus labios que pronunciaban las palabras más egoístas que nunca me has dicho, pero resultó bonito. Resultaba bonito oír "quiero decirle que eres sólo mía". Era bonito porque eras tú, era tu voz.
Estaba tan concentrada en cogerte y no despegar mis labios de los tuyos. Tan, pero tan concentrada que la Luna ya no me importaba. En aquella noche de junio nada importaba, excepto tú.
Tú siempre has sido la excepción en todo en cambio yo no, yo te he importado poco. A lo mejor me equivoco pero eso es lo que hoy demuestran tus palabras. Hacen daño. Haces daño. Daño que sólo tú sabes curar. Pero ya es tarde. Todo se acabó.

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