Susurre a tu oído,
mil veces tu nombre,
recorrí tu piel con mi mirada,
impregné tu espacio de mi aroma,
te di un beso en la frente al despedirme.
Lo único que no pude,
fue quererte despertar de tu sueño,
es ese en donde traviesa-mente me metí,
en ese en donde estábamos los dos en un espacio de luz,
solo tu y yo,
ahí donde te esperé siempre,
en donde creciste y te alimentaste de mi ser,
en donde no bastase la vida si no estabas tu aquí.
Sabes lo único que olvidé,
fue mi corazón,
que se quedo allí contigo y
con el paso de los segundos,
se volvió rosa y una plegaria por ti y para ti.
Veo hoy un día lleno de esperanza y
elevo un canto al cielo,
por verte tu corazón,
por sentir tus labios,
por acariciar tu piel,
por hacer viva la mía,
por darme la ilusión de tenerte cerca,
día a día,
por ver en cada uno,
la oportunidad que el cielo,
me dé la vida para saborear tus manos,
oler tu sonrisa y de abrazar tu pelo,
estando ahí,
en ese espacio reservado para la melancolía y nuestra soledad...
Ángel mío.
(*Autor anónimo.)
