"¿Y ahora que?"

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Mía
Los birretes volaban por los aires una vez que Angela termino de dar su extenso discurso, había sido sumamente conmovedor. A pesar del drama anterior a el, lo había hecho excelente. 

En cuanto termino de hablar bajo corriendo los escalones para estar con nosotros y abrazarnos.

El Director hablo por los altavoces y solicitó que pasáramos a nuestros lugares puesto que el programa no terminaba aún y cosas así, así que nos despertamos y cada quien obedeció. Permanecemos sentados sólo unos cuantos minutos más, hasta que por fin concluyó el evento en su totalidad, todos aplaudimos. Cuando todos comenzaron a pararse mi hermano me hizo una seña de que mi mamá se acercaba a nosotros junto a mis otro a tres hermanos y Pedro. Mi madre como era costumbre se abalanzó sobre Sebastián, le fascinaba apapacharlo. Yo le di un casto beso en los labios a Pedro para después dejarme felicitar por mi hermana pequeña Lizzie y a la mayor Victoria, quien traía a mi sobrino Leo. Después de ella mi hermano menor Máx me dio un abrazo a regañadientes, yo sólo sonreí, ya que se que ser afectuoso no es muy lo suyo. Sin embargo, después de tanto buscar entre la gente, no logre ver la figura de quien yo más quería. Victoria me abrazó con fuerza prácticamente leyendo mis pensamientos.
-Déjenme tomarles una foto-dijo Vicky mientras nos señalaba a mi y a mi hermano Sebastián.-pónganse ahí.
Sebastián dejó de hablar con Pedro y me tomó de la cintura acercadome a el, Victoria preparó la camara y cuando terminó de contar hasta tres tomó la foto.
-Vic, deja veo como salimos-pidió mi hermano.
Yo estire la mano y mi hermana me dio su cámara a mi, Sebastián se acercó a mi para que ambos pudiésemos ver las fotografías, pulso el botón que me llevaría a galería y pude ver como detrás de nosotros estaba el rostro que tanto esperaba ver, me quedé callada y las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas de la emoción, Sebastián se dio la vuelta rápido, emocionado. Yo tarde más en girarme, pero cuando lo hice ahí estaba el. Con su uniforme abrazando fuertemente a mi hermano. Yo seguía llorando.
Mi padre y mi hermano terminaron de abrazarse y el gran hombre en uniforme me miró con su rostro afeitado y sus ahora pequeños ojos cafés, me dio un sonrisa, mi sonrisa y yo corrí a abrazarlo.
-Te extrañe muchisimo, papi-dije entre lagrimas-dijiste que no vendrías.
-Quería sorprenderte cariño-se disculpó mientras acariciaba mi cabello-te ves preciosa.
-Te odio tanto, papá.
-Yo también te amo,  muñeca.
Me dio un beso en la mejilla y pude sentir una suavidad extraña donde por lo general siempre era rasgada por su barba de tres días. Me separe de el, seque mis lágrimas y sonreí de oreja a oreja, Sebastián nos abrazó a ambos y comenzó a sollozar de nuevo.
-Estoy muy orgulloso de los dos-dijo papá mientras nos besaba a ambos.
Algo húmedo callo sobre mi hombro y nos separamos, cuando miré en dirección a Sebastián tenía los ojos irritado por las lágrimas. Papá tenía ese efecto sobre nosotros, nos alegraba hasta las lágrimas.

Diego.
Mamá nos esperaba a Mauro y a mi con una gran sonrisa de satisfacción. Nos abrazo a ambos con una fuerza bastante inusual en una mujer de su complexión y de su edad, lo cual me hizo que se escapara una sonrisa de mi rostro.
-Lo lograste Diego, saliste.-dijo la voz de mi hermano mayor Esteban a mis espaldas.
-Tan oportuno, como siempre-me queje.
Mamá miró con desaprobación a mi hermano y me sonrió a modo de disculpa, sin embargo tanto ella como yo sabíamos que Esteban tenía mucha razón en hablar de esa forma.
Cuando se trataba de mi hermano, Mauro mi madre siempre supo que terminaría la escuela con buenas calificaciones y la promesa de una excelente escuela de musica; en cuanto a mi, digamos que no era tan importante el renombre de mi futura escuela, lo importante era pasar año y graduarme con mi generación. De cualquier como, según mis planes, no necesitaría demasiado promedio para entrar a la Academia o para mi carrera, claro que eso era algo que ni ella ni Esteban sabían, aún.
-Yo estoy muy orgullosa de ambos-dijo mamá.
Mauro y yo sonreímos.
-Quiero que vayamos a comer juntos como familia, a donde ustedes decidan mis niños.
Pude ver a lo lejos una figura familiar abrazado a dos jóvenes conocidos. Quería dirigirme hacia ellos.
-Ustedes decidan, debo ir a saludar a alguien-avise alejándome de mi familia.
El hombre que llamó mi atención era Carlos Castillo, el padre de mi mejor amigo. Prácticamente la única figura paterna que tenía en estos días. Llevaba meses sin verlo así que tuve la necesidad de hacerlo a pesar de no ser bienvenido por la mitad de sus acompañantes. Una pequeña chica me miró a lo lejos y corrió hasta mi a toda prisa como si hubiese visto a su persona favorita en el mundo.
-¡Diego!-gritó la niña rodeándome con sus brazos.
Yo hice lo mismo y le di un beso en la mejilla. Dirigí la mirada a la chica de birrete al lado de Carlos, ella me regaló una de esas miradas de satisfacción disfrazada que siempre hacia cuando me veía con su hermana. Yo no pude evitar verla embobado. Mía miró hacia otro lado, cuando seguí su mirada pude ver la severidad con la que Pedro me veía, ella se sonrojo.
- Diego Fernández-dijo Carlos acercándose a mi, seguido de Sebastián-espera poder felicitarte, hombre.
Me dio un abrazo fuerte, me recordó a los que recibía de mi padre.
-Me da mucho gusto verte-dije.
-No te veía desde la fiesta de...
-Desde mi cumpleaños, papá-agregó Mía ya al lado de Pedro quien la rodeaba de la cintura marcado territorio.
-¿Cómo están tus hermanos y tu madre?
-Están por allá-señale en dirección a donde estaba con mi familia-sólo que alcancé a verte a lo lejos y quise venir a saludarte.
-Pues muchas gracias, hijo.
-¿Por cuanto tiempo vienes?
- Regreso hoy.
-Papá... -dijo Sebastián algo consternado.
Mía abrió los ojos de par en par, mientras que Máx y Lizzie ponían atención a la conversación ante aquella afirmación.
-Sólo vengo un día-le dijo a Sebastián- después de que regresen de su viaje vendré un mes, antes de que entren a la escuela.
-Carlos-escuché la voz de mi madre a mi espalda-que gusto que hayas podido venir.
Mi madre y el papá de Mía eran viejos amigos y tenían muy buena relación, esa era una de las razones por las que mi madre la adoraba y detestaba a cualquier otra chica que saliera conmigo(aunque ella no lo supiera e inclusive pensará que le caía mal). Así que cuando se dio cuenta de que estaba ahí se alegro bastante, vi como Leonor, la madre de Mía que había estado todo el tiempo con su nieto, se acercaba a nosotros cuando mamá había llegado. Para nadie era un secreto que ella no nos tolerará ni a mi ni a mi madre, pero un poco más a ella. Así que cuando estuvo cerca de ella el ambiente podía cortarse con cuchillo.
-Lola-dijo ella de manera seca casi contra su voluntad.
-Leonor, que gusto-mi madre trató de suavizar su todo, sin embargo como era público y notorio el desagrado de Leonor hacia ella, era extremadamente complicado hacerlo.
Mía siempre se sintió apenada por la actitud de su madre hacia nosotros, lo cual no había cambiado asique cuando vio como se comportaba se sonrojo,  sus ojos estaban hinchados e irritados, por lo que pude suponer que había estado llorando, ella era bastante sentimental y cada vez que su padre regresaba a la ciudad su alegría era tanta que la expresaba con lágrimas de felicidad. Cuando noto que esta examinándola puso su rostro en el pecho de Pedro el le dio un beso en su cabeza y le dijo algo al oído. Apreté mis puños, siempre me ponía mal el ver eso, no podía evitarlo había llegado a pensar que estaba en mi sistema, que era algo que venía conmigo de nacimiento, ya que antes había salido con chicas y por lo general ellas siempre encontraban a ese chico bueno y gentil que yo nunca iba a ser, sin embargo cuando los veía juntos, disfrutando de su estable y romántica relación nada en mi se sentía distinto, me era totalmente indiferente, sin embargo cuando se trataba de Mía, era imposible que el verla con su novio me fuese indiferente.
-Cariño mío, no llores-dijo mamá en un intento por animar a Mía.
Probablemente notase la manera en la que yo miraba a Mía.
Mía miró de reojo a mamá y le regaló una sonrisa de agradecimiento.
-Papá, tengo que irme-dijo ella.
Carlos la miró bastante extrañado.
-Mía, me voy en la mañana-recordó el.
-Sólo iremos a ver a mi madre, quiere darle un regalo, señor-agrego Pedro.
- Yo ya le autorice que fuera un momento con el. -dijo Leonor mirándome a mi.
Carlos negó con la cabeza, yo apreté aún más los puños y respire hondo, mamá todo mi hombro evitando que caminara hacia ellos.
-Pero sólo una hora, Mía.
Mía se soltó del agarre de su novio y camino hasta su padre besando su mejilla y arrugando la nariz como siempre hacia. Se me escapó una media sonrisa.
-Nos vemos Lola-dijo dirigiéndose a mi madre.
Mis hermanos se acercaron a nosotros y cuando Mía vio a Mauro se abalanzó sobre el y le dio muchos besos en las mejillas. Siempre sentí un poco de celos de la relación tan cercana que tenían ellos. Ya que entre ella y yo apenas y nos dirigimos la palabra y con mi hermano parecía abrirse bastante. No lo comprendía.
-Adiós Esteban-se despidió con un cortes beso en la mejilla.
Ella dirigió su mirada a mi y sólo me regaló un movimiento de cabeza, para después tomar la mano de su novio y darnos la espalda. Como siempre.
-¿Cuando volverás, Carlos?-pregunto mamá.
-Precisamente eso era lo que le decía a tu muchacho. Eh venido sólo por hoy, mañana debo regresar a la base. Pero regresare cuando los muchachos regresen de su viaje.
-Para pasar tiempo con ellos antes de que se vayan a la Universidad, seguramente.
-En parte.-contestó y siguió con la mirada a todos sus hijos-también quiero ver a mis muchachos. Pero quiero entrenar a los chicos antes de que entren.
Mi mamá lo miró algo confundida. Trate de intervenir y evitar que Carlos pudiera hablar se más con ella, pero lo hice demasiado tarde. Era evidente que el no tenía idea de la situación.
-¿Qué muchachos? -pregunto ella.
Sebastián me miró con temor, pero ya no había nada que hacer.
- Diego y Sebastián. La Academia de Policía no es el Ejército precisamente, pero creo que deben estar preparados, ya sabes.
Mi madre permaneció inmóvil, me miró con sorpresa y desaprobación, al notar esto supe que Carlos había sacado sus propias conclusiones y deducido que el hablarle de mis planes a mamá había sido un grave error.
-Si, lo recuerdo a la perfección-dijo mamá sin quitarme los ojos de encima y fingiendo una sonrisa de tranquilidad.
-Lola... -intento decir Sebastián.
Me madre levantó una mano haciéndolo callar y mi amigo obedecían cabizbajo. Carlos al ver la situación decidió guardar silencio y me regaló una sonrisa a modo de disculpa, yo no podía enojarme con el.
-Me dio mucho gusto verte-dijo sonriendo a fuerzas.
Se dio la media vuelta y se alejó, Esteban la siguió y Mauro se acercó a mi.
-Diego... -dijo tomándome del hombro.
-Nos vemos más tarde, Sebas-dije.
-Tranquilizala.
Asentí.

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2017 ⏰

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