"¿Cuanto tiempo dura el infinito?" me preguntó. "A veces tan solo dura un simple beso", le dije. "¿Y donde se esconde la felicidad eterna?", me volvió a preguntar. Le señalé su pecho, apuntando al corazón, luego con su mano le señalé el mío, y le dije que ahí dentro. "¿Y me querrás para siempre?", preguntó con ironía en su sonrisa. "Bueno, para siempre es muy poco tiempo si lo paso a tu lado. Pero si, te querré para siempre", sentencié. "¿Y cuánto es mucho tiempo para ti?", preguntó con firmeza en sus palabras. "Mucho tiempo es cuando no te veo, cuando no estás aquí y el reloj lleva con calma la cuenta de los minutos que quedan para plantarme delante de tu sonrisa y llenar mi vacío". Ella sonrió, y disfrazó de cielo azul aquel paisaje gris de diciembre. Se hizo el silencio, y fue agradable. "¿Te gusta soñar?" le pregunté con una media sonrisa, rompiendo aquél silencio. "Claro, ¿a quién no?", dijo casi al borde de la risa. "¿Sabes? Me gustaría dibujar a versos en tus labios el mayor de los sueños. Uno que durase toda la vida. Contigo y conmigo como protagonistas", le respondí mientras le acariciaba la cara. "¿Y donde cumplirás ese sueño?". Sin apenas pensarlo le respondí que en mi cama. "¿Me harás tuya?, preguntó a la vez que se mordía el labio inferior y esbozaba una tenue sonrisa pícara. "No, no me gusta hacer prisioneros en el amor". Extrañada preguntó el motivo de mi respuesta. "Verás, las promesas y el placer son efímeros", dije mientras le aguantaba la mirada. "¿Acaso el amor no lo es?". Me reí. "Así es. Sino se cuida el amor acaba por desaparecer, por convertirse en odio, en rencor. Acabas por esconder todo lo bueno que queda en el fondo de tú corazón", dije muy convencido. "¿Y que escondes tú en el corazón?". Por un momento guardé silencio, y le dije; "Dentro del corazón tan solo llevo tristeza, fracasos, y una nota de desahucio. Es mejor que nunca lo veas". Ella sonrió, y al oído me susurró que sería capaz de curar todo aquello para que no doliese nunca más. Por primera vez en mucho tiempo volví a creer en alguien, en sus palabras. Así que tan solo me dejé llevar. Y me enamoré. Tanto, que tan solo tardó en curarme el corazón en lo que tarda un infinito en consumarse.