Capítulo 9

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Había sido un funeral precioso, no como esos de las películas en los que el cielo estaba negro y la lluvia azotaba a los pocos presentes. Tampoco como esos en los que sólo se oían llantos y gritos desgarradores de dolor. Ellos habían llorado, claro que lo habían hecho, pero Trip se merecía algo más.

Durante el funeral el sol brillaba en el cielo, casi tanto como solía brillar la sonrisa del amigo al que despedían. Trip apenas tenía familia, mejor dicho, sí que la tenía, pero no era familia biológica. A su funeral acudieron decenas de agentes, personas a las que Trip había marcado a lo largo de su vida y en cuyos corazones siempre quedaría el recuerdo del agente que murió como un héroe para salvar a sus amigos. Amigos que se hallaban presentes aquel día, sentados en primera fila, despidiéndole para siempre.

- Antoine Triplett era nuestro compañero - comenzó Coulson. Entre todos habían decidido que debía ser él el que diera el último discurso para decir adiós a Trip - Era nuestro amigo. Nunca olvidaré cuando se unió a nosotros, en un momento nada fácil para el equipo - afirmó. Carraspeó para aclararse la garganta y continuó - Pero desde el primer momento se convirtió en un miembro esencial. Trip era el rayo de sol en medio de la tormenta, la broma que animaba en momentos de bajón, las manos que siempre estaban dispuestas a ayudar - miró hacia el resto del equipo, que le respondió con una sonrisa y ojos llorosos - Trip fue un héroe para el mundo, para SHIELD y sobre todo, para nosotros. Hasta siempre, amigo, te echaremos de menos.

Jemma pudo notar como Skye se agitaba intentando ahogar los sollozos en su pecho. Su amiga todavía no se había recuperado de todo y si el funeral no era fácil para nadie, para Skye aún menos, teniendo en cuenta la culpa que cargaba sobre sus hombros. Pasó un brazo por detrás de su cintura y dejó que se apoyase en su hombro mientras la madre de Trip se levantaba para dar las gracias a los presentes. La otra mano de Jemma estaba entrelazada con la de Fitz que observaba inmóvil como la Señora Triplett se derrumbaba, incapaz de decir más de tres palabras seguidas.

Quizás fuera porque ahora que él esperaba un hijo, sentía empatía por aquella destrozada mujer, pero la simple idea de perder a su hijo, que aún siquiera había nacido, hacía estremecer cada fibra de su cuerpo. Inconscientemente, apretó la mano de Jemma con más fuerza. Nunca les pasaría nada a Jemma y al bebé, no mientras él viviera para protegerles.

-.-

- ¿En qué piensas? - preguntó Fitz acercándose a su prometida por detrás, despacio, para no sobresaltarla.

El funeral había acabado y ahora estaban en el pequeño jardín, charlando en pequeños grupos con conversaciones apagadas, sonrisas cansadas y recuerdos de una gran persona que les había dejado. Jemma se había apartado educadamente hacía un rato y ahora miraba distraída al horizonte, seguramente perdida en sus pensamientos.

- Hola - dijo sin girarse - En nada especial, en realidad.

- Para no estar pensando en nada, parecías muy concentrada - repuso Fitz, rodeándola por detrás con sus brazos y apoyando la cabeza en uno de los hombros de Jemma.

- Estaba pensando que nunca nos verá casarnos, ni conocerá a nuestro hijo - afirmó con tristeza. Ella había sido la primera en confiar en Trip y había pasado a ser un buen amigo, alguien importante en su vida - Es irónico como la vida a veces te da algo bueno, para arrebatarte otra cosa segundos después.

- Lo sé, cielo - la reconfortó él besando su mejilla con cariño - Pero, ¿sabes qué? - preguntó entrelazando los dedos sobre su vientre - Alguien muy sabio me dijo una vez, que respecto al tema de la muerte, le gustaba pensar en la Primera Ley de la Termodinámica. Que la energía en el universo ni se crea-

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