IX

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▶Akira Suzuki:

Unos besos en el cuello y unas voces familiares me despertaron.
- ¿Pero que...?- Fui cayado.
- Escucha.- Era Shiroyama quien me susurraba al oído.

"Siento que mis hijos se me van de las manos, son grandes, lo sé, pero no puedo evitarlo. Saeko hace su vida con sus amigas y su pareja, a veces no vuelve hasta las tres de la madrugada y Akira... no sé.Es el que más rebelde se me puso, creo que se droga o algo peor."

Era claro que es mi madre la que hablaba. Mis ojos se cubrieron de lágrimas, no podía creer lo que escuchaba.

-Pobre...¿No crees? Sus únicos hijos, las personas en las que más confía, se le va de las manos...Todo para drogarse con sus amigos y volver inconcientes a su casa.- Deslizó una de sus manos hasta mis testículos ocultos bajo el boxer con el que duermo.-Dices que no quieres parecerte a tu padre, pero lo estás haciendo.Te vas, como él los hacía, regresas a horas peligrosas y fumas lo más chocante para no saber ni en donde estás parado...Igual que él.-

-¿Cómo sabes eso?- Algunas lágrimas recorían mis cachetes, cayendo en la almohadón.

-Tu madre me lo contó todo...- Yuu apretó fuertemente mis testículos hasta el punto de hacerme llorar del dolor.-Escúchame bien. Mas te vale que no le digas nada a tu madre de que te estoy haciendo, porque si lo haces, no sólo voy a hacerle daño a tu hermana, sino que también te tocará a ti sufrir el doble.- Apretaba las sábanas para tranquilizar el dolor.-¿Entendiste, verdad?-
Asentí, torpemente, con la cabeza.

-S_Si.- De reojo, vi la sonrisa sádica de Shiroyama.

-Así me gusta.- Una vez que soltó mis bolas, posó su lengua en mi cuello, subiéndola hasta llegar a mi frente.

Me rodeó con sus brazos, como si se tratara de un abrazo cariñoso y lleno de amor. Mordió el lóbulo de mi oreja tan fuerte que la hizo sangrar.

No quería dejar que aquella especie de "hombre" o "ser humano" tocara mi cuerpo, pero no tenía una escapatoria, ese hombre iba a tocar mi cuerpo y yo debía dejarme. Era más fuerte que yo, más astuto, más grande y más agil que yo.

-Te odio.- Dije, sosteniendo mis ganas de matarlo a golpes. Este rió, como si de un chiste se tratara.

-Yo te amo.- Se avalanzó sobre mi cuerpo al igual que un felino cuando retiene a su presa.

Trataba de alejarlo, pero sus manos separaron las mías de su cuerpo y la llevaron por encima de mi cabeza, chocándose contra la pared.

Shiroyama besaba, lamía, mordía y manoseaba mi cuerpo, me daba asco.

-Basta...No quiero esto, detente.- Varios sentimientos inundaban mi cuerpo, sin saber que hacer.

Parecio no importarle, continuando con los mordiscos en mi cuello y torso, ya que este fue despojado de su abrigo por él.

Despues de un forsejeo, Yuu consiguió abrir mis piernas. Puso un dedo en mi boca.

-Lame.- Ordenó.
Lo hice con todos los dedos de su mano, como él lo había pedido. Aquellos dedos se secaron en su pene, utilizando mi saliva como un lubricante para luego adentrar su miembro por el agujero de mi trasero ya no virgen.

Me follaba duro, sin piedad y sin cuidados por mi cuerpo. Me sentía identificado con mi abusador en aquel momento, ya que me gustaba ser rudo con las mujeres con las que me acostaba.

Me dolía, había algo, un líquido se deslizaba por mi trasero, provacando que duela más.

-Ah..ah..ah..ah.. Yuu.- Gemía al ritmo de la penetración.-Ahh... Por dios.- Debo admitirlo, es verdad, gemía del placer, ya que no solo me penetraba, sino que también, una de sus manos, me masturbaba con el mismo ritmo. Aquello no lo podía controlar, me gustaba.

En un momento, acelera la velocidad, terminando dentro un poco despues que yo terminara esparciendo mi semen por su vientre.

Nuestras respiraciones estaban agitadas. Cuando Yuu vió mi semen en su abdomen, me obligó a limpiarlo con mi lengua.

Era asqueroso, no entendía como a muchas mujeres les encanta saborear aquello.

Shiroyama se retiró mi habitación, dejándome con un dolor inmenso... De nuevo.

ViolaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora