Cinco.

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Discutíamos tanto, por todo. Te encantaba hacerme enfadar, decías que así estaba más guapa. ¿Te querías reír de mí?, ¿por qué me vacilabas? Nadie está más guapo cabreado.

Pero no nos duraba nada el enfado, siempre me hacías cosquillas y me susurrabas al oído 'me encanta escucharte reír'. No te entendía. ¿Querías convertirme en una persona bipolar?
Primero me hacías enfadarme y luego me pedías que me riera.

Sin embargo, me encantabas así, incluso con estas cositas extrañas. Mis amigas siempre me decían que éramos raros.
Pero éramos felices que era lo importante, ¿no?

¡Quédate! Y ya veremos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora