Ocho.

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Vale, ¡lo admito!

Aunque yo antes de conocerte no creía en los príncipes azules, me ayudaste a que eso cambiara un poco.
Me hiciste ver que el mundo no es tan malo como a veces parece serlo.

Sin embargo, no sé cómo, pero empezaste a cambiar mi forma de pensar. De repente, un día me di cuenta de que cada vez me importabas un poco más.

Será porque nadie me había tratado como tú. Nadie, nunca, me ha mirado a los ojos y me ha dicho 'a que hago que recuerdes y que aprendas a olvidar'. Tu lo hiciste.

Me pediste que olvidara al resto del mundo, que te mirara a los ojos y no pensara en nadie más y me rogaste que me quedara contigo.

Pero tenía miedo. Tenía miedo de ser dañada una vez más, tenía miedo de que si esto no funcionara dejases de ser mi amigo. Tenía miedo de perderte.

Creo que te diste cuenta del dilema que se forjaba en mi cabeza porque no esperaste ninguna respuesta, me abrazaste y me susurraste un 'puedo esperar'.

¡Quédate! Y ya veremos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora