Factor Rh

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"Matías se hallaba en una cuidad en ruinas, hundida en la desesperación y el miedo. Edificios en llamas, casas devastadas, personas muertas dispersas en el suelo. Un escenario fatídico, muy tétrico.
Estaba parado en medio de una cancha de fútbol con las ropas hechas girones y manchadas de sangre. Al principio pensó que era suya hasta que desvío la mirada de sus prendas ensangrentadas y alcanzó a ver una alfombra de personas muertas bajo sus pies. Pegó un grito por el miedo y se reincorporó para ver mejor la situación.
Comenzó a caminar, y en su caminata fue encontrando la cara de gente conocida: Morries, Silvia, el viejo Justo, etc.
Más adelante pudo ver a alguien de pie, se sorprendió al ver que era Estefania la que estaba ahí parada.
-¿Que haces acá? -preguntó desconcertado -¿Por qué todos están muertos?
-¿No te das cuenta? Vos los mataste a todos, hasta a mi...
Al bajar la mirada vio que su mano sostenía un espada la cual estaba clavada en el abdomen de Fani. En ese instante, él gritó"
Al despertar de su pesadilla, le costaba respirar. Tomaba bocanadas de aire muy profunda y rápidas como si le hubieran dado la posibilidad de respirar otra vez.
Cuando ya tenía aire suficiente en sus pulmones en un desesperado impulso intento ponerse de pie pero algo lo tiró para atrás con la misma fuerza con la que se levantó. Cayó en la cuenta de que tanto sus muñecas como sus tobillos estaban amarrados a una esposas que le producían un dolor inmenso al moverse.
Intentó liberarse, pero fue en vano.
-Es inútil que te esfuerces, estas esposas son muy resistentes -dijo una voz familiar.
Era Morries quien le hablaba. Trató de hablar pero lo único que salió de eso fue una tos seguida de sangre.
-Tampoco te esfuerces en hablar. La explosión dañó tu garganta y un gran pedazo de madera se te insertó en el lado izquierdo de tu abdomen. Parecía magia como comenzabas a sanar por vos solo.
Si te preguntas porque no están con nosotros Silvia y Justo es porque el viejo está muerto y Silvia escapó.
"¿Escapó? ¿Cómo habrá hecho para escapar de la explosión?" se preguntó Matías.
Hubo un período de silencio, Matías pudo ver una expresión amarga y penosa en el rostros de Morries. Más parecía decepcionado pero le inundaba la mente el porque de esa expresión. Será la culpa de no haberse dado cuenta antes de la bomba o de no habernos llevado a una casa que según decían era segura. Transcurrieron un minutos hasta volvió a hablar.
-Necesitamos una manera de salir de esta maldita camioneta. Hay que idear algún plan -se decía a él mismo mientras miraba para todas direcciones hasta volvió a mirar a Matías con un rostro que expresaba que algo se le había ocurrido -Utiliza tu sangre, usala para romper tus esposas y después las mías.
Matías intentó hablar pero fue en vano solo escupía sangre, no palabras. No tenía idea de como abrir unas esposas utilizando su sangre, jamás se le habría ocurrido algo así.
-Tranquilo. Tomalo con calma. Concentrate, es la única opción que tenemos -le decía con voz sería.
Aunque se lo dijera era en vano. Seguía sin saber como iba a hacerlo. Pensó y pensó hasta que la idea vino por si misma. De sus muñecas empezó a brotar la sangre, corrió por sus manos y finalizó su sendero en la cerradura de las esposas. El interior comenzó a llenarse de sangre, cubriendo cada parte con ella hasta que cuando él sintió que ya vertió lo suficiente hizo que la sangre fuera una sola masa sólida que ocasionó que ambas esposas se rompieran.
Una vez terminada la tarea de liberar sus muñecas prosiguió con sus tobillos, estaba vez usó un cuchillo para hacerlo.
Quería celebrar por su gran hazaña pero todavía tenía algo pendiente que hacer, liberar a Morries. Ya libre ambos de las esposas restaba hacer una salida y escapar.
-Sabría que podrías hacerlo -dice con voz triunfal, frotándose las muñecas a su vez - Nos queda hacer una salida.
Matías tomó del hombro a Morries y le señaló la puerta.
- ¿Acaso estás loco? -dijo mirando la puerta con incredulidad -Si mandamos a volar la puerta y saltamos lo más seguros es que nos acabemos matando. Y esa no es mi idea de salvarnos que tenía en mente.
No tenía manera explicarle sin usar la voz. Tenía que improvisar, no le quedaba de otra. Con su brazo derecho se aferró con firmeza a la puerta y con el brazo sobrante tomó por la espalda a Morries y en un apresurado, y no meditado movimiento voló la puerta y ambos salieron despedidos fuera del auto. Cayendo así en el suelo asfaltado de la ruta.
La puerta, que habían usado como escudo, empezó a reducir su velocidad a medida que se iba deslizando por el asfalto hasta que en un punto dejó de moverse.
Morries consiguió ponerse en pie primero y ayudó a Matías a que lo acompañe.
-Hazme recordar, por favor, que nunca te de tiempo de pensar en un plan -dice tendiendole la mano para levantar a Matías.
A lo lejos se escuchó el rechinar de neumáticos que anunciaba la mala noticia, se estaban acercando Sebastian y sus hombres.
-Mierda, no tengo un arma -dijo tirando insultos al aire.
Fue cuestión de segundos que le llevó a los soldados llegar donde ellos estaban parados
En un auto reflejo de Matt hizo aparecer dos espadas. Le lanzó una a Morries seguido de un gesto que avisaba que estaban muy cerca.
Las cuatro camionetas comenzaron a rodearlos, dejándolos sin salidas. Los habían acorralado.
Sebastian salió muy tranquilo de uno de los automóviles y se paró en frente de los dos.
-Una acción muy temeraria la tuya o ¿no Matt? -dice apuntando a la puerta que se hallaba tirada en el suelo.
-Si, ya se lo dije antes -responde mirando con rostro serio y de pocos amigos.
-Tengo que reconocerlo, yo habría hecho exactamente lo mismo -dice sacando un cuchillo largo de su chaleco y grita -¡Soldados! Que nadie se meta porque sino habrá 3 cadáveres en vez de dos.
-Adelante, Sebastian -le dice desafiante.
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El Clan De La Sangre: RevoluciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora