Capítulo Único

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Martín miró estupefacto a su propio hijo, algo andaba mal en este mundo, o el calentamiento global del Ártico viajó demasiado rápido al extremo sur de su casa, afectándole la cabeza.

Manuel opinaba casi lo mismo.

― ¿No tienes calor? ―hasta que el chileno preguntó por los dos al fueguino.

―No. ―respondió sincero, disfrutaba su nueva vestimenta.

Martín se estaba preocupando, aseguraba que no lo juntó lo bastante con Kiku ni con Francis.

―Ché, Carlitos... ¿por qué no te lo quitas?, si salís con eso te vas a morir. Estamos en verano.

―A mí me gusta ―dijo haciendo una pausa―, ser un pingüino.

― ¿No te basta con las ovejas?

―No.

―Morirás de calor. ―surcó una media sonrisa.

Si Tierra del Fuego quería andar así por las calles haciendo el ridículo, allá él. Pero al pequeño no le importaba, quería estrenar su nuevo atuendo después de usar tantos disfraces de ovejas. A Argentina le preocupaba mucho, iban a salir, la mitad de la isla andaría caminando bajo el horrible sol quemante del verano, ese atuendo iba a matar a su nene.

Y Chile no podía hacer nada.

Al salir para hacer las compras navideñas, los tres atacados por los rayos ultravioletas, Carlitos comenzó a sudar. El traje lo asfixiaba, ¡pero no quería sacárselo!

Martín se agachó convenciéndolo que se lo quitara o morirá sin tener navidad, además, está bien que en este último tiempo esté obsesionado con los pingüinos y que Como tú esté medio celoso, sin embargo olvida que los pingüinos viven en el hielo, no bajo el sol. Ni hablar de que Carlitos no está acostumbrado a las altas temperaturas.

―Si te quitas el traje, te compraré un helado. ―debía negociar.

Manuel, esperaba que Carlitos accediera. ¡Que se quite el puto disfraz! Si se muere, ¡las autoridades de él y de Martín los castigarán!, o se les quitará la tutoría.

¡Se la darán a Antonio!

O a alguien peor.

¿Julio? Bueno...el boliviano quiere mar así que...

¡Que horror!

Poco a poco y con segundos, Carlitos se quitó el disfraz de pingüino, ya no sudaba tanto, deseaba comer un helado.

Martín rió y le acarició el cabello. Manuel suspiró aliviado pensando por cuánto más durará la obsesión del fueguino con los pingüinos.

Todavía recuerda el día que Carlitos apareció en su casa vestido de esa ave.

―Mamá, adivina qué soy.

― ¿Un pingüino? ―arqueó una ceja. ¿Qué hacía su hijo vestido como un pingüino?

― ¡Un pingüino rey!

― ¿Eh?

Un pingüino rey. ¿Qué demonios era eso?, ni Martín lo sabía. Carlitos apareció en su casa de la misma manera.

Bueno, ahora Carlitos sabe que aunque ame a los pingüinos y ande todo el día haciéndole reverencias, no puede disfrazarse y salir a pleno sol de verano sin no está en el extremo sur.

Es que él ama a los pingüinos.

.

.

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N/A: Bien, es cortito, mi cabeza no crujió como quería. ¡No tengo ninguna idea para la familia! En serio, soy un asco... En fin... Se preguntarán, ¿por qué Carlitos está obsesionado con los pingüinos? A excepción de ser lindos, es porque...

Pingüino Rey: Es el segundo pingüino más grande después del Pingüino Emperador. En la región de Tierra del fuego chilena, existe una pequeña colonia de Pingüinos Rey que apareció hace poquitos años en Bahía Inútil, ahora es el Parque Pingüino Rey.
A diferencia del Pingüino Emperador, éste vive en la Antártida.

Nuevo fetiche de Carlitos, ama a los pingüinos. ¿Tú amas a los pingüinos?














¡Soy un Pingüino! 【TdF; ArgxChile】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora