- ____- oigo que gritan mi nombre detrás de mí, una voz que es una melodía…. Una voz que hace que me entren mariposas y que mis piernas tiemblen.
- -me doy la vuelta y veo a Zayn que viene corriendo hacia mí, sonrió- ¿sí?
- Eh….- se remueve el pelo- … me preguntaba si… si… ¿quieres comer conmigo?- sonríe.
Y esa sonrisa me mata… recuerdo por un instante lo que paso en su habitación y me sonrojo,
respiro y lo vuelvo a mirar… yo ya había quedado con Liam
- Ya he quedado…
- ¿Con quién?- se le va la sonrisa de la cara.
- Con un amigo…
- - susurra- Amigo…
- Si eso otro día… ¿vale?
- No, déjalo… olvídalo- se da la vuelta mete la mano en sus bolsillos y se va por donde ha venido.
Me quedo quieta mirando cómo se aleja hasta que me doy cuenta que voy a llegar tarde a comer. Me doy la vuelta agacho la cabeza y empiezo a andar. Ya habían terminado las clases y era la hora de comer, Liam me había dicho que estuviera en un sitio donde había mesas de picnic que él llevaba la comida. ¿Qué le pasa a Zayn? Qué raro es… Pero bueno, ahora he quedado con Liam para comer y olvidar un poco a Zayn. Llego a la zona de mesas y busco a Liam, lo encuentro y estaba en el suelo con un mantel de cuadrados rojos y blanco. Voy y me siento a su lado.
- Hola, perdón por el retraso.
- No pasa nada- sonríe.
Liam gira su cuerpo y cuando vuelve a estar como antes lleva unos platos en la mano, me echo para atrás y veo una cesta, sonrió.
- Te lo has montado muy bien ¡eh!- digo.
- Todo por ti- sonríe.
Empezamos a comer y a hablar, sonreímos… nos miramos… unas mariposas vuelan por mi estómago… Mis padres me metieron aquí para alejarme de los chicos, pero se han equivocado.
- Y tú con las chicas ¿qué?- dije cuando terminamos de comer.
- Eh… pues nada, no soy lo que buscan… no soy guapo
- ¡Venga ya! Eres guapísimo y eres lo que cualquier chica quisiera tener, lo que te pasa es que no has ido a por ninguna.
- ¿Te puedo pedir un consejo ___?
- Claro, dime- sonrió.
Él coge aire.
- Si a mí me gustase una chica y quisiera besarla… ¿lo puedo hacer?
- Claro, hay que lanzarse.
Liam me sonríe con ternura y se acerca lentamente a mí, pone su mano en mi barbilla y posa sus labios sobre los míos, son cálidos y carnosos, las mariposas revolotean en mi estómago más rápido. Liam se aparta pero no quita su mano de mi barbilla hasta después de unos segundos, la baja.
- Eh… yo… no sé qué decir- contesto.
- No hace falta que me digas nada, solo quería poner en orden mis sentimientos- me contesta algo avergonzado.
- ¿Y?- pregunto.
- Me gustas ___, me gustas mucho, creo… Ya sé que hace nada que nos conocemos pero creo que estoy sintiendo algo- sonríe.
Todo fue muy de golpe, intento ordenar las ideas en mi cabeza.
- Liam, estoy incomoda… podemos hablar de esto otro día… no quiero que te lo tomes a mal.
- Oh, no me lo voy a tomar mal, vete y piensa… y si quieres, olvida esto- baja su mirada.
Me levanto y empiezo a andar, pero me paro y miro atrás, Liam sigue igual que como lo deje. Voy corriendo hacia el de nuevo.
- ¡LIAM!- chillo
- ¿Qué?- gira su cabeza.
Voy hacia él y lo cojo del cuello, planto mis labios sobre los suyos, me aparto y sigo con los ojos cerrados…hablo antes de que él pueda decir algo
- Solo quería poner en orden mis sentimientos- repito lo que me dijo y abro los ojos
- ¿Y?- dice él.
- Ya te diré… adiós.
Me vuelvo a ir pero esta vez mucho más rápido… Voy a la secretaria y hablo con la mujer que estaba el día que llegue.
- Oh que cabecita querida… anda que dejarte la llave dentro- mueve su cabeza.
- Ya…- me pongo algo roja y me subo las gafas- fue un descuido… ¿me podrían dar una copia?
- Claro- abre un cajón debajo de su mesa- ¿Cuál era su habitación?
- La… 37- sonrió.
Escucho como empieza a mover un puñado de llaves.
- Aquí esta- saca una llave que tenía una cartón grande que ponía 37 con permanente negro.
- Gracias- sonrió.
Me doy la vuelta e iba a irme cuando la mujer me grita
- ¡Tráela de vuelta!
- Claro- digo antes de cerrar la puerta.
Voy a mi edificio y entro en mi habitación, cojo mi llave me la guardo en el bolsillo y bajo a dar la otra llave. La mujer como no, suelta al típica frase de “que no vuelva a pasar” yo sonrió y vuelvo a venir a mi habitación, me desplomo en la cama con las manos en la cabeza. Tengo que pensar muchas cosas pero creo que me vendría bien hablar con mi familia. Así que salgo de nuevo de la habitación, asegurándome que llevo la llave en el bolsillo y me dirijo a una sala llena de teléfonos. Entro en una de las cabinas y con ansiedad empiezo a marcar el número de casa, me lo sabía de memoria… No sabía lo que realmente los echaba de menos hasta que mi padre lo cogió y las lágrimas salieron de mis ojos.