El Sentido De La Vida

Capítulo 1

Dicen que uno debe hallar el sentido de su vida. Que después de todo sufrimiendo llega la felicidad. Que después de toda lágrima llega la sonrisa. En parte es cierto. Pero nunca se queda así. Es cómo un ciclo. Siempre se repite. Siempre hay algo que te hace sufrir. Sufres. Estás feliz. Sufres. Estás feliz. Sufres. Y así va. Es un ciclo. Creo que de eso se trata.

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Si lo ves así, se ve fácil vivir. Pero no es así. De pequeños pensamos que hay un mounstro debajo de la cama, pero en realidad, a veces, el mounstro está acostado en ella. Mientras creces la vida se va complicando. Llega gente a tu vida. Amigos falsos. Críticas. Mentiras. Escuchas gritos en tu casa. Uno a veces solo quiere escapar de la realidad, sólo por un segundo. A veces, pensamientos se meten a la mente haciendo una exploción de sentimientos que pueden llegar al pensamiento más suicida. Hay momentos en que todo el planeta Tierra cae a tu espalda. Cada uno lleva su cruz, pero hay momentos que se hace tan pesada que no puedes soportarla. Y caes.

Todo eso sucedió esa oscura tarde, mientras una gota de sangre caía al piso. Lo normal es llorar por los ojos. Pero ese día lo que lloraba era mi muñeca derecha, mientras con la otra mano sostenía una tijera. ¿Cómo algo tan pequeño cómo una tijera puede hacer algo tan grande cómo miles de cortadas? Una tras otra. Estaba siendo vencida. Vencida por mí misma. El suelo no merecía que cayera a él, pero lo hice. Tenía miedo. Había sentido miedo antes pero ese miedo era diferente. Mi vida a partir de eso iba a cambiar por completo. Me ganó el mundo hipócrita que me rodeaba. Me ganaron las críticas.

Y la peor tortura que puedes recibir a tus dieciséis años es dormir mientras la depresión te invade, mientras tienes miles de pensamientos en tu cabeza en guerra. Llegar al punto de levantarte al baño, el lugar preferido para llorar, y al volver, que mis pies perdieran su fuerza e hicieran que cayera lentamente al suelo, de manera involuntaria. Ver a tus padres preocupados, que llegan a ayudarte con ese amor tan grande y que al llegar a preguntar que pasa, tu respondas, la mentira que esconde verdades, "Nada, estoy bien".