Sin embargo, a pesar de todo, habia ahi vida, ajena a aquella tierra y como un desafio. Por la pendiente del helado cauce bajaba trabajosamente una fila de perros que mas bien parecian lobos. Sobre el aspero pelaje mostraban un reborde de escarcha. El aliento se les congelaba en el aire al salir de su boca, y era lanzado hacia atras en vaporosa espuma que iba a colocarse en su piel y alli se cristalizaba.
Los perros llevaban sendos correajes de cuero. De ese maimo material eran las tirantes que los aseguraban a un trineo que arrastraban. El vehiculo, especie de narria, habia sido construido con vigorosas cortezas de abedul; no tenia cuchillas o patines y toda su superficie inferior descansaba sobre la nieve.
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Colmillo Blanco
Randomuna historia muy buena escrita por Jack London, cuyo verdadero nombre era John Griffith London