Inanimado

6 0 0
                                    

De verdad me equivoqué. Pensé que nadie te extrañaría, pero me equivoqué. Al cabo de un buen rato algo se dignó a demostrar pena. El cielo pasó de estar negro a gris y comenzó a llorarte. Se despertó y vio que estabas ahí tirado, como quién tira un envoltorio al suelo...se come el interior y la capa queda en el camino. Vos eras igual. Aparentabas tanto y al final mirá qué quedó. No sos capaz ni de levantar la mirada. Esa sucia mirada. Seguro que no te acordás cuando te conocí. No te acordás ni loco. Era uno de esos fines de semana donde salías (a escondidas) a picotear lo primero que encontrabas. Lo sé bien porque Graciela te conocía y sus amigas te conocían, y las amigas de sus amigas eran tu target. No soy tonto, todo fue un escalonamiento para acercarte a ella. La deseabas mucho, la deseabas porque no era fácil de chamuyar. Ella nunca se rebajaría a tus palabrerías. Claro, mal especulado, porque al final lo hizo, y ahora... Eran como las dos de la mañana ¿Cierto? Ni sabías porque estaba sentado en la vereda, ni mucho menos por qué estaba llorando y no, no era por "perderme Emmanuelle en la tele". Pasaste como todo un caballero escudriñado por ese grupete de pelagatos. Claro, quién te diría algo con toda una horda a disposición. Pero yo me quedé cayado, calculé y te medí. Vi cómo te movías y noté esa pierna atrofiada...No parecía haber muchos problemas, eras alguien a quien odiar, alguien en quien depositar todo el odio y frustración cuando se está complicada la cosa esta de vivir, pero te metiste con ella. Creíste que era un boludo y que podías cagarme desde lo más alto de la torre. ¿Humillarme a mí? ¡Ja! Sinceramente no sé si lo hiciste solo por lascivo deseo o para arruinar mi vida. Gracias a Dios que nunca conoceré esas palabras que hicieron que Graciela accediera a esa oscuridad donde de seguro fue invadida de manos exploradoras, buscando lo más preciado...para ser destruido. Oh querido -y para siempre perdido- adversario, te metiste (y la metiste) en el lugar equivocado...en todos los sentidos fue la última vez.

Te esperé. Mierda si te esperé. Escuché la risa, de cómo te jactabas, de cómo te elevabas a los más alto, pero ibas a caer...por las barbas de Lucifer que ibas a caer. Dejaste que ese tal Marcos se vaya en el Focus y te quedaste haciéndole señas de victoria...pero yo estaba allí, aguardando, como un centinela esperando la hora, el momento...que al fin llegó. Muchos dicen que parezco un muerto viviente, y así seguro me viste cuando me levante y emergí de la oscuridad...Tus ojos se abrieron grandemente, dejando las aureolas azules como unas islas solitarias en medio de una turbulenta tormenta...una tempestad de truenos rojos se desató en ellas. El choque fue implacable. Me juego la vida a que viste como mi puño iba furioso en contra tuya. Y hasta imaginaste como el viento remolineaba en torno a él. Todo se volvió más oscuro y frio, estabas en el suelo y atónito, no dijiste ni mu. No lograste desatar la risa al verme porque viste lo que brillaba en mi otra mano...eso que reflejaba la luz de la luna. Y como la vida no es ficción, no hubo argumentos ni exposiciones de venganza, solo el zas del cuchillo. Mierda, si algo se hace hay que hacerlo bien, y si se hace algo extraordinario hay que decorarlo bien. ¿Por qué solo te apuñalaría y me iría corriendo? Mejor que eso, viste como te dejé...Ja, Ja, a propósito fue...pensé -pongo el cuchillo de forma horizontal y que no quepa por las "rendijas" de las costillas- ...al final parecías un trozo de carne punteada en el horno...chorreabas y chorreabas. Me emocioné un poco, lo admito. La seguidilla de punzadas en el estómago no estaba planeado pero ver esos músculos contraerse tanto...era tentador...no me digas que no...vos vislumbraste algo así mientras "le hacías el amor" a Graciela...ella ahí sintiendo (imaginando mejor dicho) amor, y vos pensando en cómo contarle a todos que la desfloraste, y le dejaste tu nombre en su interior. Pero sabés qué, ahora tenés MI firma en tu interior, escrita en los riñones o en parte del estómago, con la punta curva del cuchillo que compré en Mar del Plata. No pensé ni un segundo en que el aire hiciera el trabajo de pararte el corazón. Como verás (desde el infierno) me tomé el trabajo de decorar tus brazos y piernas después de que te corté la lengua. Creo que quedó tirada en medio de la calle. Ah, sí, lo fue, lo recuerdo porque un auto la esquivó como si fuese un sapo.

Cuando quedaste quietito (al fin, después de tanto retorcimiento ¡uff!) te traje hasta acá, la capilla de San Agustín. A vos que te creías que ibas a andar de putas en el purgatorio, mirá, mirá lo que quedó de vos. En este mundo no hay otra cosa que tus restos, y algún que otro sonido de tus gritos aun viajando por el aire...por esos espacios vacíos...yéndose...buscando a alguien por ayuda...uniéndose a los de Graciela que no muy lejos irán...ahora cuando suene la campana de las seis, y el sol salga, esperame intranquilo que, mientras me abra la garganta voy a gritar, mucho y muy fuerte, para alcanzarte en el más allá y seguir dándote tu merecido.


InanimadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora