Capítulo uno: Hotel Endiablado.

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–Te reto, vamos entremos – Olivia me haló por la camisa y me besó en la boca.

Respira, tranquilo es solo Olivia. La chica más hermosa que jamás pudo haber existido.

–¿Entrar? – la pregunta casi se me queda a mitad de garganta.

–Sí – ella sonrió –, sabes lo que dicen de este hotel abandonado. Sería un lugar perfecto para conocernos mejor.

Oh, Dios. «Conocernos mejor» suena alentador pero, ¿acaso esta chica no conocía lo que se decía de este lugar? Levante la vista, los alrededores de este hotel tenían basura y animales muertos, ventanas bloqueadas por pedazos de madera.

–¿Nunca has escuchado lo que se dice de este lugar?

Olivia se acomodó la falda.

–Que está embrujado – Olivia rodó los ojos –, como si fuera a creerles.

De hecho, era más que un cuento de la calle, gente ha entrado ahí y no ha salido, según he escuchado. Se han escuchado gritos desde adentro, y se dice que los cadáveres de la gente muerta que ha entrado, se levantan en las noches a buscar más víctimas.

–¿Tienes miedo, Erick Duanne? – me preguntó.

Me llené de valor y aunque casi me castañeaban los dientes le dije:

–No. Entremos.

Los hombres pueden tener miedo, ¿verdad? ¿Valdría la pena? Digo, ya saben.

Olivia me tomó la mano y caminamos hasta la parte trasera.

–Ahí – señaló una ventana que tenía la madera rota –, esta bajita solo tendremos que treparnos en estos botes de basura.

¿Por qué las mujeres tenían que ser tan complicadas? ¿Entrar a un hotel satánico? Oh, claro lo que todo el mundo tiene en su lista de «Cosas que debo hacer antes de morir». Sí, seguro...

Olivia saltó entre los botes de basura, se impulsó y llego a la ventana. Me sonrió.

–Ven, no seas miedoso, Duanne.

Lo hago, no lo hago, lo hago, no lo hago. No tiene nada de malo quedarse virgen. Nadie juzga, además me estaría protegiendo sin quererlo de enfermedades de transmisión sexual. Hoy en día está peor un herpes que un mocoso llorando.

–Estoy esperando.

Levanté la mirada y Olivia me volvió a sonreír.

Lo decidí.

Salté como lo hizo Olivia y llegue a la gran ventana.

–Esto será emocionante – me dijo antes de entrar.

Entré y me paré junto a ella. Qué lugar más raro y tenebroso.

Caminé lentamente junto a la chica que me acompañaba. ¡Espera! ¿Esos eran huesos? Sí. Parecen huesos de perro o tal vez de un bebé.

–¡Esto es emocionante! – exclamó Olivia en cuanto tomó mi mano y me llevó por el salón.

¿Emocionante? Oh, claro que emocionante estar en un hotel satánico.

¿Notaron que ya me arrepentí? ¡Seré virgen hasta la muerte! Más puro nadie. Haciéndole la compe al Papa Francisco desde el 1998.

El lugar estaba lleno de polvo y de ratas. Olía ha muerto y había algo pegajoso en el suelo. A penas entraba luz y puedo jurar que escuche pasos en el piso de arriba.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2015 ⏰

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