''...que mi recuerdo te acosa en las noches, que una ducha no enfría tu piel, que por más que lo niegues yo he sido tu mejor error...'' -Jesse y Joy, Un besito más.
01 de enero
-¡Basta, Ben! ¡Cállate! ¡Solo has eso! –grita furiosa
-¡No! ¡No lo hare! ¡Ya lo hice durante estos meses! –Ben apunta con su dedo a su novia, furioso también.
-¡Patán, eso eres! ¡Eso fuiste, eso serás de por vida!
- Oh, ahora soy un patán. Que ingeniosa, eres muy inteligente Bren. Pero no lo suficiente. Eres novia de un patán. Eres novia de este patán. Sabías desde un inicio que lo era, desde que nos conocimos lo sabias, y aun así dijiste ''si''
Bren, con las lágrimas cayendo de sus ojos no pudo soportarlo más. No, ya no podía. Lo hizo, eso no cabe duda. Soporto por meses, por amor. Pero ya era suficiente. Aunque le doliera, aunque supiera que moriría, aunque sabía que la herida que tendrá iba a tardar mucho en sanar, lo haría, terminaría con el dolor.
-Somos estúpidos, Ben –soltó con un hilito de voz
Ben, oh querido Ben, sabía lo que hacía, pero no había otro remedio.
Eran estúpidos, no. Él era estúpido, ella no, nunca.
-En el fondo sabíamos que esto pasaría –Ben la observaba, con el corazón a punto de caer y trozarse, lo observaba con esa cara que nunca mostraba las emociones que sentía. Que afortunado. Podía estar muriéndose en ese momento pero su semblante no lo mostraría.
-Sabíamos que...
-Definitivamente no era estúpido intentarlo –dijo Ben con una voz fuerte, dura, carente de emoción
-¿Qué no lo fue? –Bren con un nudo en la garganta más grande que toda aquella situación le costó tragarlo y responder
-Ben, ¿Cómo puedes pensar eso? ¡Lo fue! ¡Es que no tiene sentido! Nadie, en toda la vida, acepta ser la novia de su mejor amigo, acaba mal, muy mal. Míranos a nosotros... apuesto que toda acaba aquí y cada quien por su camino... ¿Y dónde quedaron los años de amistad?
Si no paraba de hablar, lloraría. ¿Es que no se podía callar por unos segundos? ¿Qué no lo conocía tan bien como para darse cuenta de que sufría, y mucho?
Puede que su padre, una y mil veces, le dijo a Ben que los verdaderos hombres no soltaban ni una lágrima, por más duro y fuerte que fuera la situación, nunca, nunca tendría que caer una lágrima de esos ojos.
Pero, estaba en una crisis. Estaba a punto de perder a la niña de sus ojos. Todo por su culpa, por su error, por su curiosidad en aquel entonces...
-Estas... estas diciendo que fue un error, esto, nosotros
¿Acaso quería matarla ahí mismo, en ese instante?
No, no, no. Él nunca sería un error. ¿Cómo alguien puede ser un error cuando te hizo feliz? ¿Cómo no fue un error en esos momentos de felicidad? Y vaya, que tuvieron bastantes antes de todo aquel problemón.
-Dime... ¿fui tu error? –el tiempo era angustioso, no contestaba lo bastantemente rápido Bren como para terminar ya con eso.
¿Por qué las cosas tenían que ser así? Los dos aún se amaban, de eso no había duda. Pero simplemente la vida no los quiere juntos. O quizás sí. Quizás una persona en específico no lo quería así.
Y es que a kilómetros e incluso a miles de millas podría sentirse su amor, de ambos. Era intenso, demasiado. Tanto que tan solo por eso, ese problema quedaría resuelto, como los demás. ¿Qué es lo que ocurría?