NARRA KYLE
Cada persona tiene su espacio, y eso está bien. Un momento para estar solo, para tomar uno sus propias decisiones, para ser independiente, llevar su vida por el camino que uno quiere. Lo que me preguntaba era: ¿¡Por qué rayos mi madre no me dejaba mi espacio!?
-¡Te ves adorable!- chilló al verme salir del probador.
Resoplé y di media vuelta para verme en el espejo. ¡Parecía un princeso! Y no lo decía en un buen sentido. Un terno celeste con encaje en los costados por los costados interiores de la chaqueta y una corbata azul con diseño de margaritas... Parecía hasta homosexual.
-Mamá, no voy a usar esto en baile de otoño- me negué serio.
-¡Pero te ves adorable!- chilló ella.
Sí, otra razón más para no ir de compras con mi madre.
Después de luchar por media hora sobre el traje de princeso, mi madre se resignó y me dejó escoger el terno que yo quisiera, con la única condición de que ella elegiría la corbata. Acepté.
-No puedo creer que no me dejaras escoger un traje para ti- dijo molesta mi madre cuando salíamos de la tienda.
-Sólo es un traje. Además, uno negro es más sencillo ¿no?- le dije encogiéndome de hombros. Ella resopló e hizo un puchero.
-Tienes razón- admitió y nos subimos al auto para irnos a casa.
Al llegar mi hermanita nos abrió la puerta.
-Hola, peque, ¿cómo estás?- la saludó mi madre al entrar a la casa.
-Bien, mami. ¿Cómo les fue en la compra del traje?- preguntó ella con su voz tierna.
-Pregúntale a tu hermano- respondió ella mirándome y se fue a encerrar a su habitación a hacer quién sabe qué.
Desvié mi mirada, la cual se posó sobre la pequeña figura de mi hermana menor. Su mirada chocó con la mía y luego... me sacó la lengua burlona.
-Y bueno, hermanito querido- dijo con sarcasmo-. ¿Cómo les fue con la compra?- preguntó tiernamente.
-Nos fue bien, creo. Un terno negro que elegí yo y una cortaba que eligió mamá- le respondí con las manos entrelazadas por la parte de atrás de mi cabeza y con los codos alzados.
-Bueno, hermanito, te quiero mucho, pero debo ir a hacer mi tarea- dijo ella esbozando una pequeña sonrisa. Se acercó a mí y me abrazó, le correspondí el abrazo, pero rápidamente se alejó de mí tapándose la nariz-. Apestas a huevo todavía- comentó ella y se fue corriendo a su habitación.
Suspiré y olí mi axila. Sí, apestaba a huevo aún.
NARRA DANIELLE:
-¡Estás LOCA!- exclamé molesta antes de ponerme mis audífonos de nuevo para seguir escuchando música.
Luego de medio segundo, sentí que me sacaban los audífonos. Alcé la mirada enojada y mi madre, burlona, meneó los audífonos frente a mis narices.
-Vamos a por unos zapatos- canturreó mi madre. La muy hija de... mi abuela.
-No entiendo para qué. Maldita sea. ¡Ya tengo el vestido! Los zapatos no importan- intenté persuadirla, pero conociendo a mi madre ella lograría persuadirme a mí al final de todo.
-Vamos a ir a por unos zapatos para el hermoso baile de otoño- me dijo mirándome amenazadora, hasta podía sentir que me mataba con la mirada-. Así que vamos- me mandó y yo, como un títere asustado, le hice caso a mi titiritero.
Subimos al auto, mi madre conducía y yo iba de copiloto. Ahora la lucha que pasaba siempre que íbamos en auto: la radio.
Estiré la mano y con uno de mis dedos presioné el botón CD de la radio, dejando escuchar mi banda de rock. Mi madre suspiró irritada y cambió de CD a Radio FM, dejando escuchar por todo el auto su estación de radio preferida, "Romántica". Volteé la cabeza y maté a mi madre con la mirada antes de poner nuevamente el modo CD, pero luego ella lo cambió de nuevo a FM y... pues así nos fuimos todo el camino discutiendo.
Llegamos al lado de una tienda de zapatos de mujer e ingresamos al local. No sabía muy por qué, pero podía presentir que se venía otra pelea.
-Creo que los negros, combinan con todo y me gusta ese color- le comenté a mi madre viendo unos botines negros con adornos rockeros.
-Yo creo que es mejor el blanco- contraatacó. Definitivamente empezaría pelea-. Combinan con el rosado y quedarías como un pastelito- dijo ella con voz aguda tratándome como un bebé.
Oh sí, empezaría pelea.
-Madre, ya estoy algo mayor para parecer un estúpido... "pastelito"- dije esto último con asco-. Quiero zapatos negros- le dije decidida.
-Blancos- dijo ella.
-Negros- contraataqué alzando furiosa una ceja.
-Blancos- dijo con la voz grave luciendo amenazante.
Y ya estábamos peleando.
Diez minutos después continuaba la pelea, la misma discusión sobre si llevar blancos o negros; pronto terminaríamos tomándonos de las mechas y luchando puño contra puño.
-¡De acuerdo!- exclamó de repente- Serán los malditos zapatos negros- gruñó ella y yo sonreí triunfante-. Llevaremos los tacones de aguja- me cortó antes de que pudiera hablar y yo me negué.
-Quiero los botines- le dije tajante y ella volteó a verme totalmente enfadada.
-¿Qué dijiste?- preguntó retóricamente y sentí que me estaba acuchillando con la mirada.
-Quiero los botines- respondí sin expresión en el rostro y ella gruñó altamente.
-¡Lleváremos los jodidos zapatos negros de tacón! ¡Y fin de la discusión!- me gritó y yo simplemente me encogí de hombros.
La verdad me daban igual los zapatos... Sólo lo hacía para llevarle la contraria y sacarla de sus casillas. Era divertido ver histérica a mi madre.
Salimos de la tienda con un par de zapatos nuevos y un aura de enfado e histeria. Entramos al auto y nos dirigimos a casa. Hogar, dulce hogar. Mi madre me devolvió los audífonos con una fría mirada y se fue a encerrar en su habitación. Me escondí en mi habitación y antes de ponerme los audífonos escuché un gritó enfadado con el cual cualquier persona podría descargar y desahogarse. Mi madre y su histeria.
Y mientras escuchaba música tendida en mi cama, mi mirada se desvió a las puertas abiertas de mi armario, por donde se asomaba claramente el vestido rosa pastel. Suspiré, corté la música y me levanté de mi cama para dirigirme a mi armario. ¿Debía probarme el vestido? Tal vez tenía que verme con el vestido puesto para hacerme una idea de cómo sería el horroroso baile de otoño.
Saqué el vestido de mi armario y lo observé detenidamente. ¡Era el vestido de un caramelo andante! Ni loca me lo pondría, mi madre estaba loca si pensaba que usaría esa cosa para el baile. Aunque tal vez si por accidente el vestido terminara en el WC... No, no, mi madre jamás creería que fue un accidente. Sería mejor simplemente asumir que tendría que usar esa tela de caramelo en el baile más aburrido de la historia del mundo. Guardé el vestido en el armario y cerré las puertas de éste.
Definitivamente el baile de otoño sería el más terrible día de mi vida.
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Lo que nunca sospechamos
Teen FictionDanielle, la oveja negra del curso, con amigas no muy amigables y sentimientos que hasta entonces, para ella eran desconocidos. Kyle, el nuevo del curso, debía pasar una "prueba" de parte de los de último año, ¿si la pasa o no? Aunque parece poca la...