Capítulo 2: ¿Thalía?

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Si nunca has deseado ser el centro de atención, no tienes vida. La verdad es que ser el centro de atención de todos, te favorece en su mayoría, pues eso quiere decir, tener al novio más sexy y deseado por todas las chicas, además de estar acompañada por los guardaespaldas sexys y con eso hago referencia a los chicos de las zorritas, que serían los amigos del novio perfecto.

Lo malo es que la verdad, golpea bastante fuerte como una bandeja de comida que cae directamente en tu cara y eso sin contar, que acaba de manchar la ropa de marca que llevo puesta. ¡Exacto! Una chica tonta acaba de tirarme la charola encima. Augh!!

- Hey, ¿qué te pasa? -dije empujando a la chica de mediano porte que me había tirado la bandeja.

- Lo siento, es que me resbale -sus ojos azules se abrieron abruptamente y no había que fijarse demasiado para notar el miedo que emanaban.

Todos en la cafetería se giraron a mirarnos. Sabía que este era mi momento de demostrar la superioridad que quería aparentar si quería llegar a ser el centro de atención en este nuevo lugar. No es desconocido para nadie, que cuando llegas a una nueva escuela, debes pisar a todas las personas que sean necesarias para llegar a la cima.

- ¿Cuál es tu nombre? -le interrogué y me dió la sensación que hasta el tono de mi voz hacia que está chica se encogiera más y más. 

- Rosalina -dijo tartamudeando y con un poco de esfuerzo podías reconocer su acento italiano.

- Con razón, ni siquiera sabes a quien te enfrentas - le gritó demasiado fuerte, que incluso los que aún no volteaban en nuestra dirección, se dieron vuelta a mirar.

<<Mátala, te ha humillado>> -me murmuraba una voz en mi cabeza.

- ¿Quién eres tú? -pregunto de pronto. Oh... Cariño, no debiste preguntar eso, ahora no habrá más remedio que dejarte bien hundida o dentro de un basurero.

- Déjame presentarme, mi nombre es Sabrina y, por esto, -señale la ropa manchada- que has hecho, me convertiré en tu peor pesadilla.

- Pero, de verdad, lo siento -me dijo con mirada suplicante, pero nada de eso haría que me sintiera mal o me retractara de mis palabras. De hecho, por alguna extraña razón, hacerla sentirse cada vez menos, me daba tanto poder que no por un momento creí que nunca podría parar de insultarla o molestarla.

- Si crees que eso me vale, estás muy equivocada -ella me miro horrorizada, antes de acercarme a su oído y susurrarle-. Este es solo el comienzo - le advertí mientras daba una carcajada que sonó más como una risa malvada dentro del comedor.

Me di la media vuelta como una diva y salí de la cafetería, ganando el respeto o, por lo menos, unos segundos de atención de todos los que estaban presentes en el salón.

- ¿Cuál es tu nombre? -me preguntó, de repente, una voz desde mi espalda.

- Soy Sabrina McCall -respondí, mientras le daba una mirada sin fijarme mucho la verdad, pero cuando note sus ojos rojos no pude dejar de mirarlos hasta que fue ella que me rompió el contacto y me di la vuelta con dirección a mi casillero-. ¿Cuál es tu nombre?

- Soy Thalía Milloneti y tengo el placer de anunciarte que seremos muy buenas amigas - pude sentir me dió una sonrisa que no tenía claro si era verdadera o la más falsa que había visto en mi vida mientras escuchaba sus pasos junto a los míos camino a mi casillero.

Cuando me voltee a mirarla de nuevo ya no había nadie y el pasillo estaba desierto... ¿Cómo había desaparecido tan rápido si hace un segundo ella estaba a mi lado?

La Hija Psicópata (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora