El polvoriento depósito en la parte trasera de un abandonado templo aloja artículos que en su momento sirvieron de uso diario. Sin embargo, la guerra había arrasado en la región, y el humilde templo no quedó exento de los estragos. Cien años habían transcurrido desde el fatídico día en que unos asaltantes asesinaron a los bonzos del templo y despojaron al santuario de toda decoración valiosa. Mientras tanto, el templo Yamashiro seguía ahí, erguido, oculto entre la maleza al pie de un monte donde sus lamentos no le llegarían a nadie.
Hasta que un día, un curioso acontecimiento trajo "vida" al abandonado depósito del templo.
"No quiero, no quiero estar encerrada aquí, de por vida... Alguien, ¡sáqueme de aquí por favor!, por favor... Ni siquiera soy capaz de llorar, solo soy un mediocre shamisen*, un trasto incapaz de moverse o de compartir sus emociones. Solamente puedo estar sumida en esa oscuridad. Llena de tristeza, enojo e ira... quiero destrozar aquellos instrumentos musicales que me reemplazaron, aquellos por los que fui confinada a este cuarto oscuro, y destruir a los seres que me dieron creación solamente para dejarme tirada... hacerlos sufrir justo como lo hicieron conmigo, aniquilarlos a todos, a este cruel mundo... hacerlos sufrir, sufrir, sufrir...
Esos fueron los pensamientos del recién nacido yōkai*, el abandonado shamisen transformado en una criatura humanoide con el aspecto de una joven cuyos ojos reflejaban un enorme vacío, como si hubiera perdido toda fe o esperanza. Pero, ¿cómo sucedió todo esto? Dice la antigua tradición, que objetos de uso cotidiano que han cumplido los cien años de antigüedad, se transforman en criaturas míticas con vida y conciencia propias, llamadas tsukumogami. Dependiendo del trato que se haya dado a tales herramientas será la manera en que ellos nos tratarán, devolviéndonos el favor para bien o para mal.
A partir de un estrecho sendero en un terreno montañoso, cerca del oculto templo Yamashiro, se llega a la modesta pero pintoresca aldea Hanabira. En el pequeño poblado, algo sospechoso estaba ocurriendo: – ¡Sacerdotisa Ibaraki!, otra vez los lugareños han sido víctimas de inexplicables infortunios. Antigüedades carísimas tiradas al piso, valiosos instrumentos musicales destrozados. ¡Yo ni siquiera puedo dormir debido a un chirrido horrible que se escucha cada noche! Creemos que todo esto es obra de un yōkai cuyas travesuras se nos están escapando de las manos. Necesitamos que interceda por nosotros, ¡se lo suplico gran sacerdotisa Ibaraki! –fueron las palabras de un preocupado anciano mientras realizaba desesperadamente una exagerada reverencia.
– Oh, no hay necesidad de actuar de forma tan aparatosa, querido y humilde aldeano. Recientemente ha habido una gran cantidad de este tipo de incidentes, ¡no puedo quedarme de brazos cruzados! –respondió la sacerdotisa, cuya fisionomía e indumentaria traían a la mente un paisaje marítimo: larga cabellera color celeste y ojos verde-azulados, ataviada con una hakama* color azul marino y camisola plateada con elegantes detalles turquesas.
– Muchísimas gracias sacerdotisa Ibaraki, nos haría un gran favor, ¿pero no se tratará de uno de esos demonios que atacan a los humanos por diversión propia, verdad?
– Si fuera así, creo que ya habría atacado. Me pregunto si podré comunicarme con la pobre criatura: tal vez exista un porqué de las acciones que realiza. –ese fue el razonamiento de Ibaraki, quien estaba más que interesada en el contacto con estas criaturas mágicas y de naturaleza misteriosa.
Una particularidad en la que Ibaraki reparó fue el hecho de que hubiera tantos casos de instrumentos musicales rotos, destartalados de forma brutal como si los inocentes dispositivos fueran las víctimas de una bestia descargando su ira. Todos los acontecimientos eran obviamente producto de una actitud caprichosa que buscaba fastidiar... pero más que hacerlo por una diversión malvada, "parece como si el yōkai estuviera inseguro, confundido. En primer lugar, si fuera más descarado no le importaría dejarse ver a la luz del día, pero sus acciones vandálicas ocurren a altas horas de la madrugada, y no ha lastimado físicamente a ninguna persona. Además, varias personas coinciden en que los estridentes chirridos inhumanos que no los dejan conciliar el sueño suenan como sollozos. No puedo dejar de pensar en qué clase de existencia es la de ese espíritu..."
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El concierto del suspicaz espíritu
Short StoryBreve relato acerca de la historia de un youkai (monstruo del folclore japonés) que sufrió un severo abandono y reencarna como un espíritu vengativo, ¿quién es esta entidad espectral y cómo llegó a convertirse en lo que es? La sacerdotisa de una al...