El ser humano tiene la facilidad de diferenciar a las personas, saber su estado de ánimo y hasta saber lo que va a decir la otra persona. Lo que pocos conocen es esa facilidad que tiene los humanos para decir mentiras y hacernos tragar un cuento gigante en el cuál es tan bien planeado que nos ponen a pensar demasiado para diferenciar la verdad de la mentira.
Así sea una mentirita que no va a dañar a nadie es una mentira. Desde pequeños nos programamos para que de nuestra boca salgan las dulces falacias que enredan al receptor, por ejemplo: el típico niño que dice "yo no fui" cuando dañó algo.
No sé cuál sea la necesidad que todos tenemos que satisfacer al decir una falsedad, simplemente está en nuestra genética. Hablar mierda es parte de nosotro y sin ellos no seremos capaces de vivir.
Pensemos que hubiera pasado si no hubiéramos dicho esa mentita que marcó un hecho significativo en nuestra vida. Todo cambiaría de sierta forma a la cuál nos podría dar beneficios y sólo por temor se nos sale esa mentira a la que mancha la honestidad de un modo impresionante.
Pensemos cuantas veces decimos mentiras, sólo para hacer creer a los demas que somos algo más. Si ese tiempo lo hubiéramos gastado buscando un tema en el qué podríamos dar a conocernos desde un aspecto más interesante y real no hubiéramos creado esa desconfianza al hablar.
