-Biblioteca o cafetería, pero cómo me enteré que molestáis a las demás clases os pongo a copiar el abecedario de latín quinientas veces.
Cuando Patinson salió de la clase avisando que no tenían clase de literatura porqué Ángel no había venido al internado, la clase se reveló pasándose por alto la amenaza de la profesora de latín. Una gran estampida de alumnos de alzó y saltando mesas, personas y sillas salieron de la aula 2.14. Todos los alumnos exceptuando las integrantes de Las Diosas al Cubo, las cuales no se movieron de sus sitios.
-Hoy es el séptimo día que falta a clase...- Desiré cerró la libreta de los apuntes con tristeza.
-Quizá algún familiar suyo a enfermado.- Intentó consolarla Desiré.
-Quizá...- Pero la muchacha de cabellos oscuros sabía perfectamente que eso era mentira. Su última conversación terminó con unas duras palabras de su mestizo, despidiéndose de ella para siempre. Pero eso no era lo que más le preocupaba a Desiré... sino la locura que mencionó que podía hacer. Pero si ella no afirmaba la acusación de su violación no podría hacer nada. No podrían separarlo de ella.
-No seamos hipócritas. Todas sabemos que Ángel no viene a clase porqué no tiene las agallas a volverte a mirar a la cara.- A Desiré le gustaba siempre la sinceridad de Daniela, pero odiaba esa frialdad al decir las cosas. Haciendo su virtud positiva en una negativa.
-Daniela por favor, no empieces.- Desiré ni siquiera la miraba a los ojos, tenía su mirada clavada en su libreta rosa de las Supernenas, la misma libreta que tenían las tres chicas.
-Púes sí no quieres que empiece despierta de una maldita vez Desiré. Hace dos semanas que no sabemos absolutamente nada de Ángel. A lo mejor ya es hora que abras esos ojos tan bonitos que tienes y te des cuenta que lo que él esta haciendo os conviene a los dos. Te esta haciendo un gran favor.
-¿Un gran favor?- Desiré miró a Daniela con desdén.- Lo único que está consiguiendo es hundirme todavía más.
-Pues no debería de hundirte. Todo al contrario. Deberías de estar contenta que ese tipo este haciendo todo lo posible para estar en tú vida.- Esas palabras fueron cómo la bofetada más fuerte que podría haber recibido Desiré, consiguiendo que sus ojos se pusieran de un verde acuoso.
-No le hagas caso, Desiré. Él todavía no ha dimitido, sigue siendo nuestro profesor de literatura. Seguramente lo que estará haciendo es tomarse unos días para asimilar todo lo que ha ocurrido entre vosotros. Seguro que cuando te vea no podrá evitar acercarse a ti.
-Pobre de él. El otro día Félix me acompañó al Mercadona para comprar insecticida y sí lo tengo que usar con él lo haré.
-Daniela, deja de hacer bromas. No estoy de humor.- Desiré se llevó una de sus uñas a la boca, mordiéndola con impotencia.
-¿Enserio crees que lo digo en coña?- Daniela cogió su mochila y de ella sacó un bote más grande que su cabeza dónde claramente se podía ver un bicho huyendo de una nube de gas verde.- Aquí tienes el insecticida.
-No lo quiero.
-Cómo quieras.- Daniela volvió a guardárselo en la mochila.- Pero sí cambias de idea solo tienes que pedírmelo.
-Bueno pensándolo mejor no sería mala idea utilizarlo para cuando a Félix y a ti os diera por acostaros por todos lados del instituto. Es algo repugnante intentar estudiar filosofía y escuchar tus gemidos.- Aunque hubiese broma en el tono de Desiré, ella lo decía muy enserio.
-Es que lo que tiene tener un cuerpo celestial y un chico muy morboso.- Daniela mostraba su más perfecta sonrisa.
-¿Todavía no te ha pedido de ser pareja?- Diana y su enorme dulzura atacaban de neuvo.