— Todo esto me parece horrible en absoluto.
— Desde luego lo es. La actual felicidad siempre parece muy menguada en comparación de las compensaciones que brinda la miseria. Y, además, la estabilidad no es ni con mucho tan espectacular como la inestabilidad. Y al estar satisfecho no tiene el encanto de una denodada lucha contra la desgracia, ni el pintorequismo de una pugna contra la tentación, o de una fatal derrota a manos de la pasión o de la duda. La felicidad nunca es grandiosa.
— Creo que tiene usted razón.