Capítulo 5

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La música retumbaba en las paredes, poco y más vibraban por la alta música. El olor a alcohol y la marihuana reinaba el lugar. Las luces hacían que la gente se volviera aún más alocada. Sus cuerpos se refregaban entre sí, no importa si eran conocidos, amigos de toda la vida o desconocidos  desde hacía tan solo un minuto. Nada importaba cuando te adentrabas a la pista, mucho menos con el alcohol y la droga recorriendo cada parte de tu cuerpo. Dentro del local, era un total descontrol.

Todo estaba permitido.

El mismo alcohol regado por los suelos, por las paredes y zapatos de todos. ¿Qué importaba? Mucho menos le importaba a él. La gente que pasaba a su alrededor mientras se encontraba sentado en la barra, mostrando su cuerpo como si nada, se le quedaba mirando por un muy largo tiempo. Nadie disimulaba allí. Las botas negras se ajustaban por encima de su pantalón sobre su tobillo. El pantalón negro simple, pero con las rodillas abiertas por la tela rasgada y la cadena cayendo por el costado de su cuerpo, la cual se perdía en su parte trasera. La campera de cuero abierta, mostrando su torso, el cual llevaba tan solo una musculosa blanca y fina. Una simple cadena colgaba de su cuello. Su cabello negro se encontraba despeinado de manera  adrede, brillaba bajo las luces. El delineador negro en sus ojos resaltaba su penetrante y a la vez, peligrosa mirada.

Eso hacía llamar mucho más la atención sobre sí. Se relamió al sentir tantas miradas sobre él, pero mucho tampoco le importaba, nadie llamaba la atención como para fijarse en alguno. Resopló un poco y dio otro trago a su bebida mientras veía a la gente refregarse entre sí y a la vez tener sexo contra las paredes.

Una sonrisa divertida y peligrosa se formó en sus labios.

Un chico que se encontraba del otro lado de la barra le miraba entretenido. Estaba seguro que era menor, o al menos había cumplido la mayoría de edad hacía muy poco. Su rostro denotaba la inmadurez en sus rasgos, pero no le engañaba. Ese chico de inocente no tenía un pelo. El chico mordía sus pequeños pero gorditos labios mirándole fijamente. Podía ver cómo sus ojos oscuros brillaban de lujuria. Le encendió. Joder, ese chico era precioso. Y si era menor, le importaba una reverenda mierda.

Quería divertirse.

Dio un último trago a su bebida como si de agua se tratara y dejó el vaso vacío en la barra para ir junto al menor de manera lenta y segura. Sabía perfectamente cómo llamaba la atención cuando pasaba entre la gente. Sentía las miradas, sentía las manos pasarse por sus muslos y pecho a medida que pasaba. Tenía mucho ego, y por dios, el que le desearan así sólo lo elevaba aún más. El chico le seguía con la mirada, sonriendo cada vez más a medida que iba acercándose.

Se relamió con descaro al llegar frente a, lo que iba a ser esa noche, su chico.

Era precioso. Cabellos negros, ojos grandes y curiosos. Una nariz prominente, pero eso labios chiquitos y gorditos incitaban a morderlos antes de tocarlos con otros labios. Solo quería sus dientes clavarse en esos abultados labios rosas. El chico mordió sus propios labios observando al mayor con deseo. Le miraba de arriba a abajo, totalmente feliz con lo que veía.

El pelinegro mayor no esperó ni dos segundos en tomarle de las caderas y llevarlo a la pista, justo en el centro. Le hizo moverse con él, totalmente pegados el uno con el otro. El pelinegro menor restregaba su culo contra el bulto escondido en el pantalón del mayor. Había calor en la pista, pero importaba una mierda. El cuerpo del menor estaba pegado al suyo de manera tan provocativa que tuvo que morder el hombro contrario mientras le agarraba las caderas y se movían juntos. Pudo escuchar el leve gemido del contrario en su oreja al morderle.



Le dio la vuelta bruscamente y le volvió a pegar a él mientras colaba una mano en su bolsillo y sacaba su juguetito más preciado. Se metió las dos pastillas a la boca y atrajo al contrario para besarlo, abriéndole los labios y compartiendo una de las pastillas con éste. Las tragaron al unísono con ayuda de las salivas mezcladas. Muchos dirían que era asqueroso, pero era terriblemente excitante y sucio.

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