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Sentado solo en el medio de la barra, como siempre, esperando algo que nunca parecía llegar. El vaso de vodka, tan solo como yo.
Miraba,buscaba,recorría, pero no encontraba lo que quería ; algo que me pusiera la mente a divagar, a funcionar más que nunca, a volar.
Las mujeres nunca se me acercaban. Siempre supe la razón. Mi aspecto descuidado, la barba de hace una semana,el pelo sucio, los dientes amarillos y el vaso. El vaso siempre en la mano. Tal vez las asustaba, tal vez les causaba rechazo.
Tal vez no buscaba mujeres. Tal vez buscaba estar buscando para siempre. Tal vez buscaba que me rechazaran. Tal vez buscaba que me miraran con desagrado. Tal vez buscaba que ni me miraran.
En ese entonces, no sabía precisamente lo que buscaba. No sabía si era el amor o el odio, la aceptación o la exclusión, la respuesta o la duda eterna.
Sin previo aviso, apareció. La vi en su vestido rojo, con los rulos más enormes del mundo. Sus labios, una fresa. Todo tuvo sentido. Creí en Dios, en la suerte y en el destino. Creí que la vida me había hecho un regalo, y estaba allí, riéndose a unos pasos de mi. Creí que todos estos años había estado ciego, y que de un golpe me devolvieron la visión, para admirar una maravilla.
Me acabé el vodka de un sorbo, y traté de arreglar mi campera de cuero. Despacio, pero decidido, caminé hacia ella.
Lo primero que me regalo fue una sonrisa, de esas que te atraviesan el alma y te dejan desarmado. Por primera vez, no supe que decir, ni que hacer. Solo podía mirar. Mirarla. Y luego de esa sonrisa, entendí que nunca iba a necesitar nada más.
Me aceptó con barba y el pelo grasoso. Me tomó de la mano, la suya tan suave y la mía tan áspera. Fue la primera vez en mucho tiempo en la que me sentí aceptado completamente.
Me llevó a su habitación, y el tiempo se congeló. No importaba mi pasado, ni mis errores. No importaba lo que tenía planeado para el futuro. No importaba mi nombre, y tampoco el suyo. No importaba que ella era era agua y yo fuego, que ella era sol y yo tormenta, que ella era calma y yo turbulencia.
No importaba nada más que sus labios de fresa contra mi boca de amargura.

Aqua James

Vodka con fresasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora