El silencio se hizo invisible, cuando Guillermo decidió abrir la boca para hablar.
—Maté a una familia —articularon sus labios, al mismo tiempo sus ojos se volvían más fríos de lo que solían ser. El chico dio un paso al frente, después de decir aquello. Quería intimidarlos—. A sus padres, a sus dos hijas, e incluso al perro que tenían por mascota. —Pudo ver que sus palabras impactaron a los hombres frente a él. Intentó reír, pero no lo consiguió. No se sentía demasiado orgulloso de haberlos asesinado, pero por otra parte no se arrepentía de haberlo hecho.
—Eso es despreciable hasta para nosotros. —habló Samuel con odio en su voz.
Guillermo lo miró, y esta vez dibujó una pequeña sonrisa en sus labios.
—¿Y por qué estás tú aquí?
—Violé a unas cuantas chicas, y luego las maté. A la policía le costó atraparme. —Ahora Samuel también sonreía. Aquello se estaba volviendo un concurso con el título ¿Quién es más peligroso?
Guillermo no dijo nada respecto a cuánto tardó la policía en cogerlo. Más que nada, porque él estaba en el escenario del crimen, cuando ellos llegaron. Quería que lo pillasen.
—¿Qué te hizo esa familia para que los matases? —Samuel dio un paso hacia él, quién levantó la mirada del suelo.
—¿Y qué te hicieron a ti esas chicas para que las tratarás así? —respondió, igual de amenazante que el contrario, con otra pregunta.
—No me hables así —Los ojos del castaño, miraban al chico que estaba frente a él con odio—. ¿Quién te crees que eres? —Y antes de que Samuel realizara algún movimiento, su compañero Tomás, lo hizo. La mano de este se cerró alrededor del cuello de Guillermo, quién movió sus manos para golpear al hombre, en vano. Percy había tirado de su brazo, con tal fuerza, que le dislocó el hombro.
Un alarido de dolor salió de los labios del joven, quién cayó al suelo.
Los tres hombres se alejaron, y cada uno se situó bajo un grifo de ducha.
Aquello fue un aviso para el chico nuevo. Tenía que saber que nadie podía meterse con ellos.
Tomás lo habría matado sin sentir nada en absoluto, pero Samuel no quería que lo asesinara, deseaba divertirse a costa de aquel muchacho. Desde el primer momento le había hablado mal, y se las haría pagar.
El chaval de ojos rasgados, se levantó, sujetando su brazo dolorido con el contrario y se dispuso a ducharse.
La escena anterior había sido contemplada por otros prisioneros, pero sabía que ellos no se meterían en algo que no les incumbía.
Cuando salieron de allí, los carceleros los llevaron hasta el comedor. Se fijaron en la expresión de dolor del nuevo, y le preguntaron qué había pasado en las duchas.
—¿Te han golpeado? —dijo uno de ellos— Si es así, dinos quién ha sido.
Otro de los policías apretó el brazo que Guillermo mantenía agarrado y este soltó un gruñido.
—Llevadlo a la enfermería —habló el que había tocado al chico—, y luego llevarle la comida a su celda —Se dirigió al chaval y continuó hablando—. Si no quieres contarnos quién te lo ha hecho, serás tú el que salga mal parado —Empujó a Guillermo, con tal fuerza que cayó de boca al suelo—. Lleváoslo.
Tomás, Percy y Samuel pasaron muy cerca de ellos, guiados, como siempre, por los de uniforme.
Se dedicaron una sonrisa cómplice entre los amigos, y volvieron la vista al frente, como si nada hubiese pasado.
Cogieron una bandeja cada uno, le sirvieron la comida del día, ese puré de patata, que sabía a cualquier cosa menos a eso, y se dirigieron a su mesa. Siempre se hallaba vacía para ellos, era como si la tuvieran reservada.
—Ese chaval es muy patético —rió Tomás—. Tienes razón Samuel, será muy divertido mantenerlo con vida. —Los tres sonrieron de nuevo.
—Cree que puede plantarnos cara —habló el nombrado—. Pero no tiene ni idea de con quienes se ha metido.
—Le romperemos cada hueso de su cuerpo, hasta que desee estar muerto—Samuel asintió sin borrar la sonrisa—. ¿Tú qué opinas, Percy?
—Que me encanta la idea —dijo, dejando ver sus dientes perfectos.
Mientras tanto, Guillermo se encontraba en la enfermería, donde una joven enfermera lo atendió.
Lo tocó desde el brazo hasta su hombro, avisó al chico de que aquello iba a dolerle, y tiró de él, volviendo a dejarlo como estaba.
El chaval quiso ahorrarse el quejido, pero no fue del todo así, aunque, al menos, lo suavizó un poco.
La chica sonrió y él la imitó.
Los dos policías que se quedaron en la entrada, esperaron a que el nuevo saliese para acompañarlo hasta su jaula, así solían llamarla los de uniforme.
Guillermo volvió a estar entre los barrotes. Volvieron a preguntarle quién le había atacado en las duchas, pero seguía sin decir una palabra.
El hombre que le había preguntado, se enfadó y prescindió de alimentar a ese ser despreciable.
No es que el chico tuviera miedo de sus nuevos enemigos, simplemente no quería pasar a ser el chivato. Pero eso no quedaría así. Tenía que vengarse. Y debería ocurrírsele algo cuanto antes.
¿Cuál podría ser el punto débil de Samuel? Era de él, de quién necesitaba vengarse. Él lo había empezado todo. Y creía, que, a pesar de que el hombre que intimida a los demás en las duchas, parecía ser el líder, lo era De Luque.
Lo que no sabía es que su único problema no eran Tomás, Percy y Samuel. Y muy pronto se daría cuenta de ello.
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Prisioneros [Wigetta]
FanfictionSamuel y Guillermo son dos prisioneros que empiezan su relación con mal pie. Uno hará lo posible para encarar al otro, quien, en vez de rendirse y dejar de molestarlo, se hará cada vez más pesado. ¿Qué pasará entre estos dos chicos? ¿Decidirán, alg...