Dueño de mi oscuridad [PAUSADA]

Capítulo 4(II)

Llevaba encerrada en este maldito agujero un cuarto de hora, el coche se detuvo y el muy gilipollas se fue sin ni siquiera abrirme.

Cansada de gritar, con hambre y con frío estaba cayendo en un profundo sueño cuando comencé a escuchar una voz lejana que cada vez se hacía más nitida.

-¿Piensas quedarte ahí todo el día?- preguntó con una sonrisa traviesa en el rostro.

-¡Cómo te atreves si quiera a dejarme aquí botada con frío y hambre mientras tu te vas a dios sabe donde!- le grité con furia.

-Tu no quisite desayunar- dijo con simpleza-¿ahora me vas a decir dónde vives para poder dejarte?- preguntó aún sabiendo que no me quedaba de otra si no quería quedarme encerrada en ese estúpido maletero toda la noche.

Media hora más tarde estaba dándole un portazo en sus narices con la puerta del coche y bajándome furiosa. Mientras entraba por la puerta de mi casa pude escuchar como reía y me gritaba algo que no pude entender. ¡Me tenía harta!

                                                                    <<<<<<<>>>>>>>

-¿Y entonces?, ¡qué pasó!- exigió saber Cassie mientras daba brinquitos sobre mi colchón y yo le narraba lo sucedido en las antreriores horas con aburrimiento.

-¡Ya te dije que no lo sé!- le grité exasperada.

-No hace falta que grites, la cabeza me está matando- dijo malhumorada- cuando te acuerdes si te acostaste con el tio más sexy que has visto me puedes avisar, idiota- dijo para salir de mi habitación, para irse probablemente a asaltarme la alacena. Yo sólo pude pensar en un par de ojos penetrantes que me miraban desde una esquina de mi habitación entre las sombras mientras caía, de nuevo, en un profundo sueño.

                                                                         <<<<<<<>>>>>>>

-¡Arriba, despiertate ya!- gritaba Cassie  mientras alumbraba mi habitación y me quitaba las colchas de encima.

-¿Qué quieres perra de mierda?- le dije con mi buen humor mañanero, que se note la ironía.

-Venga tienes que ir al gimnasio- dijo sonriente y yo empecé a recordar todo su árbol genealógico.

Nos preparamos rápidamente y fuimos en mi coche hasta el gimnasio.

-Hasta luego cariño, espero que hoy haya venido el instructor- dijo Cassie mientras me besaba un cachete con ímpetu.