Capitulo 9

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Las compuertas se doblaron, chirriando sus pesados engranajes, retumbando al golpear contra el suelo marciano. La luz del día rojo penetró en la nave nodriza que, esta vez sí, se había dignado a pisar tierra firme; éste había sido su último vuelo interplanetario.

Los primeros pasos fueron cautos, llenándose de sorpresa las miradas de aquellos que caminaron al exterior. Uno tras otro, los mil colonos y la tripulación, encontraron en el desierto cobrizo el lecho de su nuevo hogar. Al otro lado, junto al comité ejecutivo, esperaba la familia Stafford al completo.

-Bienvenidos a Marte -dijo la señora Stafford sumergida en su escafandra-. Espero que el descenso no haya sido muy desagradable.

-Como una nube convertida en niebla -expresó el comandante tomando su mano.

-Duke, debiste dedicarte a la poesía -expresó la anciana con un guiño de complicidad.

El señor Stafford miraba a ambos a través del cristal de su casco con cierta sospecha, achicando los ojos, haciendo bailar el bigote blanco y poblado bajo su nariz.

-Bien, bien, bien. Hace frío y tenemos prisa -dijo el señor Stafford aligerando el recibimiento-. Se acerca la tormenta.

La señora Stafford miró con desagrado a su marido, y volvió con una sonrisa al comandante. Mary no podía ver del todo bien a través de su casco. Le hubiese gustado apreciar el planeta en toda su magnitud.

Miraba por encima de los demás buscando el horizonte, que se le hacía eterno. Decidió caminar entre sus compañeros de viaje. Aquello no era un ejército, no entendía el motivo de aquel recibimiento casi marcial. Abriéndose camino llegó a la primera fila. Entonces, pudo verle. De todos ellos, James era el único capaz de respirar aire marciano. Su rostro cuarteado por el frío era protegido tan sólo por un enorme pañuelo anudado al cuello, y un sombrero tejano cubría su cabeza. Un mechón negro dormía libre en su frente, ensombreciendo su mirada. Sus manos desnudas se descubrían fuertes, arañando con sutileza la tela de sus vaqueros. ¿Cómo era posible que aquel hombre fuese capaz de no temerle al argón y al frío polar de Marte? Mary nunca había visto a nadie con tanta seguridad, ausente de cordialidades, pensativo, ensimismado en su propio encanto salvaje.

La joven se sentía espía tras el cristal, encantada de tenerle frente a ella y darse cuenta de que, en persona, James era mucho más atractivo que en sus sueños más secretos. En ese instante, James caminó hacia su madre y le dijo algo al oído. Mary notó que tenía prisa por salir de allí. La señora Stafford reclamó la ayuda de uno de los tripulantes de la nave que, de inmediato, exclamó:

-¡Dickinson, Angie Dickinson, número 485!

De inmediato, Angie salió de entre el tumulto y se mostró ante la familia. Apenas se podían apreciar diferencias entre ella y el resto de colonos, ya que el traje era similar y sólo una placa en el lateral podía identificarlos. Además, el brillo del sol hacía que el cristal del casco se tornase en espejo, y desde fuera no se podía ver quién cargaba con ese pesado traje que pretendía simular la gravedad terrestre.

James caminó hacia ella.

-¿Es usted Angie Dickinson?

-Así es -respondió con voz metálica a través del interfono del casco.

-Soy James Stafford -le dijo mientras le estrechaba su mano oculta tras el guante-. Me imagino que sabe bien cuál será su función aquí.

-Por supuesto. Seré su secretaria personal. Estaré encantada de hacer todo lo que me pida. Un silencio sugerente dio paso a una sonrisa de medio lado por parte de James.

-Sígame. Tengo mucho que enseñarle y además, podrá quitarse ese incómodo traje.

Ambos caminaron hacia el vehículo personal de James. Claudia, que había acudido a la cita, no pudo dejar de atender a lo que sabía que era sencillamente un cortejo público con consecuencias ya escritas. Sin embargo, no permitiría que a James le costase tan poco volver a salirse con la suya.

-¡James, un momento! -exclamó Claudia.

La pareja se detuvo. Él se giró con gesto extrañado. -¿Qué sucede, Claudia?

-Te olvidas de algo.

-No te entiendo -dijo James agitando la cabeza.

-Padre, madre, ¿no creen que sería buena idea, ahora que los empleados están parapetados con escafandras y oxígeno, que James enseñase los exteriores de nuestra explotación ganadera y los invernaderos al director de Recursos Agropecuarios?

-Claudia, no creo que sea el mejor momento -le dijo James con cierto enojo.

-Opino lo contrario, James -dijo el señor Stafford-. Una magnífica idea, Claudia. No es bueno malgastar el oxígeno que tenemos, ni perder horas de sol.

-Duke, querido -dijo la señora Stafford resoplando-, ¿puedes avisar a ese director?

-Directora, es directora -matizó la jefa de selección de personal.

-Bueno, bueno, lo que sea. Llámenla. Pronto se lanzó su nombre al cielo marciano:

-¡Ackerson, Mary Ackerson, número 783! Mary se quedó petrificada. Tragó saliva, pero no se movió.

-¿Ackerson, Mary Ackerson? ¡Número 783! -insistió la jefa de personal.

-Eh, eres tú -le dijo un hombre leyendo su número-.

¡Aquí, está aquí! Mary lo miró con ojos asesinos y nerviosa caminó al frente. Esperaba que James se dirigiese a ella como lo había hecho con Angie, pero no sucedió. La ignoró y caminó al coche lanzando una amenazante mirada a Claudia, dejando a las dos solas.

-Acompáñenle, por favor -les indicó la señora Stafford.

De camino al vehículo, Angie habló entre dientes:

-No te entrometas lo más mínimo.

-¿Cómo?

-Me entiendes perfectamente, guapa. Hay sólo un James Stafford.

-¿A qué te refieres? ¿Crees que yo...?

-¿Tú? No me hagas reír.

-Nunca me pelearía por un hombre -dijo Mary simulando convencimiento-, y mucho menos por alguien
que te gusta a ti.

No tengo tan mal gusto como tú. James esperaba dentro del vehículo, listo ya para arrancar. Las dos subieron.

-Abróchense los cinturones, y no se quiten el casco. Este modelo es viejo y hay fugas por todas partes. De hecho, llevo el suministro de oxígeno apagado.

El motor eléctrico se encendió y los paneles solares buscaron los rayos del mediodía. James pisó el acelerador, perdiéndose en el horizonte bajo una nube de herrumbre.

A❤Marte-Iván HernándezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora