Cuando era niña solía soñar con partir de Spring Diamond y no volver jamás, pero tras salir por segunda vez por la puerta trasera he comenzado a extrañar ese calor familiar que podía encontrar en casa de mis padres, esa libertad que sentía sentada en el lago.
He comenzado a extrañar el olor a aire puro y libre de contaminación que podía respirar. Extraño las construcciones de madera y la simpleza de todo.
Parte de mí nunca perteneció a Spring Diamond, pero la otra parte, la que no se vio corrompida por las ideas de Mike Revenwood, esa parte siempre quizo quedarse y descubrir, ver más allá de la careta de Spring, ver el fondo, descubrir Spring Demons.