Me desperté dispuesta a ir a ver a Tayler.
Así que me vestí, unos jeans negros, un jersey fino rosa, y una bufanda azul con un moño hecho a base de un lápiz.
Y me "encaminé" o más bien rodé hasta la enfermería.
Llamé a la puerta blanca, en ella había un cartel verde con una caligrafía delicada y blanca que ponía "Enfermería".
Enseguida me abrieron y lo primero que vi fue a Tayler recostado sobre una camilla. Hablando con la enfermera.
- Hola Lay.
Me sonrió débilmente y me acerqué.
-Hola, ¿Cómo te encuentras?
Hizo una mueca para incorporarse y quedarse con la espalda totalmente despegada de la cama.
- Mejor que hace un par de horas.
- ¿Qué te pasó? -sentía curiosidad y aunque la doctora me dijo que se trataba de una hiperglucemia, quería que me lo dijera él.
Tayler desvió su mirada a la señora de traje blanco para que nos dejará solos.
Una vez tranquilos empezó a contarme.
- Soy diabético y como no pude tomar mi dosis de insulina... me desmayé. Tenia que tomar después de mi entrenamiento pero no lo hice.
-¿Se te olvidó?
Se mostró inseguro y desvió la mirada hacía sus manos.
-Sí. Pero ya estoy bien de verdad.
-Me alegro, pero me preocupaste, pensé que estabas dormido.
-Gracias por ayudarme Lay.
La rubia enfermera volvió a la sala.
-Tayler, te voy ha hacer el último control de azúcar, si estas bien podrás salir. Pero se más responsable por favor, no quiero volver a verte por aquí.
Tayler asintió y observé como sus niveles de azúcar se habían normalizado.
Se levantó de la camilla y abandonó conmigo detrás la enfermería.
Al menos todo había sido solo un susto.
- ¿Te apetece ir a comer? - me preguntó. - Podemos ir a Grease.
Le sonreí amablemente y acepté.
★☆
-Hola Layla. ¿Lo de siempre? - me saludó Beth.
- Qué sean dos.- intervino Tayler.
- Marchando.- y fue hacia la barra con sus patines para volver en un minuto con la comanda.
Me serví azúcar en el café y lo removi pensativa, sin prestar atención a lo demás.
Tenía demasiado en que pensar. Esta tarde tendría que ir a la psicóloga que contrató mi madre para ayudarme a ser como antes.
Nunca había ido y nunca pensé que me haria falta. Tenía miedo de no poder mejorar o incluso empeorar.
Alomejor incluso me tocaba contarle mis penas a un hombre mayor con varias titulaciones en la pared. Que no me entendiera como soy o no pudiera sentirme agusto como para desahogarme.
Para colmo, mi madre se había negado rotundamente a acompañarme porque "estaba muy liada con la mudanza. "
- Sí yo también lo pienso.- Tayler me sacó de mi ensimismamiento y sacudí la cabeza confundida.
-¿Qué?
- Te acabo de preguntar si sería buena idea poner un tobogán en la ventana de mi cuarto para bajar a la calle sin tener que bajar escaleras.
Nos reímos y continué moviendo mi café.
- Creo que el azúcar ya se ha disuelto o incluso desaparecido. ¿Qué te pasa?
-Nada.
Él se hecho un poco hacia alante para quedar más cerca.
-Lay, no te conozco desde hace tres años pero soy lo suficientemente inteligente como para saber que algo pasa por tu cabeza.
No quería contárselo.
No porque no pudiera confiar en él, si no porque no quería dar pena ni preocupar a nadie con mis problemas personales.
Al ver que no contestaba siguió hablando.
- Vale, si no quieres hablar...
Apuré mi café y Tayler su bizcocho de chocolate.
Después de pagar, aunque más bien yo me limité a mirar mientras el cabezota de Tayler se empeñaba en pagar la cuenta, me acompañó de vuelta a mi cuarto para coger mis cosas.
-¿Adonde tienes que ir?- me preguntó apoyándose en el marco de la puerta.
-Al médico.
Vale, le mentí un poco. En realidad era al psicólogo, pero el psicólogo es un médico, no?
Se sintió un poco incomodo o eso me parecía a mi, puesto que su voz sonó un poco ronca y ¿preocupada?
-Por lo de. ...
- Por lo de la silla.- acabé su frase.- no te preocupes estoy acostumbrada.
Pareció relajarse y se despidió de mi con un beso en la frente y un " hasta luego "
Sonreí inconscientemente.
¿Por qué?
Ni yo lo se.
"Sí lo sabes"
Callate conciencia.
"..."
En el último minuto cuando iba a salir de la facultad se me ocurrió llamar a Vanesa para que me acompañara al psicólogo.
Ella accedió de buena gana a la primera, nada más mencionar el tema. Y cuando salí Vanesa ya me esperaba.
- Vamos Layla.
★☆
Estábamos frente a la casa de mi psicólogo.
Parecía grande y lujosa. Las paredes exteriores eran azul cielo y el techo de pizarra negra. La puerta principal, a juego con el tejado, tenia un ojo de buey dorado con el detalle de un caballo elevado sobre dos patas. Para llegar hasta ahí había que subir un par de escalones de mármol blanco, pero no me decepcionó ya que también había una rampa del mismo material.
Vanesa llamó al timbre y se oyó un trozo de "Las cuatro estaciones " de Vivaldi.
Definitivamente muy joven no me parecía que fuera a ser.
Vanesa se encogió de hombros y abrieron la puerta.
- omg. - dijo Vanesa a mi lado totalmente estática.
Hola a todos espero que os esté gustando mucho la novela. Si es así me encantaría que me apoyaseis con votos y comentarios.
También quería decir que por si alguien no lo sabe, en mi perfil tengo otra novela un poco más avanzada llamada "Los pintores del tiempo."
PREGUNTAA
No os da Tayler un poco de pena? :'(
Adioooooos
♥♡♥
ESTÁS LEYENDO
Historia sobre ruedas
Ficção Adolescente¿Cómo estarías si de repente todo cuanto amas y aprecias se ve afectado por una mala decisión que ni siquiera era tuya? ¿Si todo cambiara en cuestión de minutos, por una estupidez? ¿Y si esos cambios te hicieran darte cuenta de la cruda realidad?