Fácil.

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Es una linda mañana de sábado, el primer día del fin de semana universitario, y a pesar de que no hay compromisos tan temprano en la mañana, Kim Seokjin ya se encuentra despierto, tomando su primera taza de café en el día e hirviendo las verduras en una cacerola.

Cocinar es una de las tantas cosas que Seokjin disfruta, por lo que no le pesa preparar las tres comidas del día para él y sus amigos; porque esos seis niños pagaban los víveres y Seokjin podía hacer a cambio su segunda cosa favorita, comer.

— Buenos días —le saluda una voz adormilada que entra a la cocina y se sienta a contemplarle.

— Buen día, Namjoon.

El nombrado toma la taza de café que el mayor le ha dejado en el centro de la mesa. Es casi una rutina. Jin despertaba, hacía el desayuno y Namjoon le observaba y hacía compañía hasta que los tres más jóvenes llegaban como un remolino de problemas hasta la cocina.

— ¿Qué será hoy?

Pero algo ha cambiado. Hoy Kim Namjoon no se quedó inmóvil en su lugar, como siempre; hoy se a levantado y acercado al castaño desde atrás, revisando por encima del hombro del cocinero el contenido de la cacerola, respirando demasiado cerca del cuello ajeno.

— Sopa —contesta simple, esperando que el contrario no noté que se ha puesto nervioso.

Él lo pone nervioso.

Las cosas con Namjoon eran... Confusas. Llevaban conociéndose cerca de un año y nadie podía hacer ojos ciegos a la evidente tensión sexual entre ambos. Aunque no fuese formal, todos sus conocidos sabían que entre esos dos había una clase de relación implícita, y que aunque ambos lo negaran, respetaban ese lazo tanto o más que si fueran pareja.

— ¿Te ayudo a algo?

El castaño mira por encima de su hombro el rostro sonriente del joven de cabellos teñidos de rosa, ¿cuál era la manera más amable de decirle a Namjoon que quería evitar quemar la cocina? O que le gusta seguir vivo, pensaba Seokjin. Mas Jin no podía decir que no a esa amplia sonrisa adornada por lindos hoyuelos que le derretían las piernas. Suspira. Mira por todo el lugar, buscando algo que no implicara accidentes mayores.

— Podrías... lavar las cebollas.

El menor hace un gesto con la boca, señal de inconformidad. Seokjin tapa la cacerola que se encontraba en el fuego y se da media vuelta, percatándose de que Namjoon se encuentra realmente cerca de él.

— ¿Qué? —Se hace el desentendido ante la mueca del menor, y se escabulle de la prisión entre el cuerpo del moreno y la estufa, llevando sus manos al fregadero. 

— Ese no es un trabajo. ¿No confías en mi? —Parece que Namjoon es parte del cuerpo del castaño, pues lo sigue de cerca, como si de su sombra se tratase.

Seokjin se lleva una mano a la sonrisa, para cubrir la risa que ha escapado ante la respuesta a la pregunta hecha. No, la verdad es que no confiaba en las habilidades motrices de Kim Namjoon, porque el sujeto era bastante inteligente, pero no por nada le apodaban el "Rey de la Destrucción".

— ¿Entonces qué quieres hacer? —Sugiere el mayor, tomando un cuchillo, la tabla para picar y las cebollas que al final a lavado él.

— Yo... picaré esas —señaló las cebollas en las manos de Seokjin.

Ajá, no creo que sea buena idea, Namjoonie —al castaño la situación le resultaba de lo más graciosa, por lo que la sonrisa en su boca se amplía más y más.

El de cabellera rosada sonríe maliciosamente, mientras quita de las manos del mayor el filoso cuchillo y la cebolla, borrando con ese simple contacto la enorme sonrisa de conejo. Namjoon coloca la cebolla en la tabla y antes de proceder, dice:

— Si no logro cortar por lo menos una mitad correctamente, lavaré los baños por una semana—propone decidido.

— ¿Y si lo logras? —Namjoon amplió su sonrisa traviesa ante la esperada pregunta.

— Hoy dormirás conmigo.

Las mejillas y en general todo el rostro de Kim Seokjin se colorearon de rojo ante la condición. Pero como el que calla otorga, Namjoon comenzó con su labor de cortar el vegetal. Mas apenas empezó, Jin se dio cuenta de lo absurda posibilidad de que el menor ganara.

— Tal vez debas intenta cortarla con el filo del cuchillo.

El moreno sonríe tontamente mientras toma nuevamente el utensilio —esta vez de forma correcta—, e intenta partir en dos la cebolla. El primer corte ni siquiera se puede llamar así, porque más parece Nam está talando un árbol. Al segundo intento, parece que Namjoon se volará un dedo, y Seokjin contiene la respiración por un instante.

— ¡No, no, no! —Le detiene, para intentar quitarle el cuchillo, sin tener éxito—. Déjame ayudarte.

— Yo lo quiero hacer —se encapricha.

— Bien—toma la mano de Namjoon que sostenía el filero, y con la otra sostiene la mitad de cebolla destinada acortar—. No sacudas el cuchillo —explica, mientras rodea con los brazos el cuerpo del menor—, tienes que deslizarlo hacia abajo con fuerza, mientras recorres los dedos que la sostienen.

Namjoon suelta en un rápido movimiento el cuchillo y el vegetal, dándose la vuelta y empujando el cuerpo de Seokjin hasta la encimera, se miran a los ojos por un breve instante y sonríen. 

El moreno ataca el cuello blanquecino del mayor con besos y ligeras mordidas y enreda sus brazos en la delgada cintura de Jin. El castaño se deja hacer, pues sabe que más temprano que tarde algo así tenía que suceder; suelta risitas por el cosquilleo que los carnosos labios de Namjoon le provocan, hundiendo sus dedos en la cabellera teñida de rosa. Una mano del atacante se desliza por un costado de la cadera ajena, hasta chocar con el inicio del pantalón y comenzar a hundirse en ellos. Seokjin se muerde el interior de la mejilla para evitar soltar cualquier sonido vergonzoso.

 —  ¡Hyung! —Gritan en el pasillo, y cual resorte, ambos se separan antes de ser descubiertos por Jimin—, ¿has visto mi camiseta azul?

— E-eh... la ropa se está lavando. T-Tal vez esté ahí —contesta el castaño con una mano en el cuello para cubrir las marcas.

— Mmh. Aquí hay algo raro —sisea el menor de los tres, poniendo de los nervios a Seokjin—. ¡¿Por qué Namjoon está cortando algo y no se ha incendiado?! 

Kim Seokjin vuelve a mirar el cuerpo del moreno, quien con maestría y elegancia corta en finas rodajas la segunda mitad de la cebolla. Al terminar, se estira perezosamente y le sonríe al castaño, caminando de regreso al pasillo de los dormitorios.

— Tomaré un baño —avisa con un tono cantarín.

—  Wah, Namjoon hyung es sorprendente —suelta con ligereza el de pequeños ojos y toma asiento en el comedor—. No cabe dudas que está lleno de sorpresas.

— Más de las que te imaginas —responde Seokjin, mientras planea su venganza.


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N/A. Con ese Weekly Idol mis sentimientos Namjineanos explotaron, y fue sumamente inevitable escribir algo tal vez cliché, pero que me atormentaba para hacerlo. Jimin siempre había sido como que el Namjin shipper mayor, pero Heechul... ¡Ay, la Chula! de por sí me encanta, y ahora como presidente de los Namjin shippers, me encanta aún más.

Ah... estoy ligeramente obsesionada. En fin. Gracias por leerlo.

PiaPia.




En la cocina. [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora