Sin Salida

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Cuando se despertó, encontró una peculiaridad, no veía una salida.
Una habitación cúbica, completamente blanca. No podía mover sus brazos, como si alguien estuviera tirando de ellos desde atrás, por lo que se levantó del suelo con dificultad. Mantenerse de pie era incluso más difícil, y decidió sentarse sobre sus piernas.
De repente se abrió una puerta escondida, pero luego él reconocería el marco. Entró un hombre muy alto a la habitación, vestido del mismo blanco que la misma. Se acercó al hombre desorientado y le balbuceó cosas que él no entendía. Luego, el hombre alto llevó sus manos a los hombros del otro, se aproximó a su cara, y lo que le dijo fue lo único que entendió:

- Lo lamento, pero usted va a estar aquí por un largo tiempo.

El hombre, muy asustado de escucharlo, se levantó torpemente y le mordió el brazo. El hombre de blanco soltó un alarido de dolor, y le pellizcó el cuello muy fuerte para alejarlo. Inmediatamente, salió de la habitación, mientras maldecía y se frotaba la marca de la mordida.
El pobre hombre estaba aterrado, todavía por el hecho de que su movilidad reducida, y al mismo tiempo se percató de que aún no sabía dónde estaba. Su miedo comenzó a transformarse en furia, y comenzó a gritar y golpear los muros blandos con su cuerpo, pero la adrenalina duró sólo unos segundos. Mientras que el tranquilizante que el doctor le había inyectado hacía efecto, el loco se iba cansando más y más, hasta que se echó a dormir.

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