Capítulo 7

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-¿Una fiesta? Bromeas.

La boca de David se abrió aún más cuando Arthur negó.

-Os lo dije. -James se cruzó de brazos orgulloso, jugando con la cucharita dentro de la taza de té- Sam ha cambiado.

Arthur seguía desconfiando un poco, pero no podía negar que le hacía muchísima ilusión ir a una fiesta como aquella. No había vuelto a hablar con Sam desde la conversación en el coche, pero sí se habían visto varias veces por los pasillos y el coreano había sonreído. Parecía contento de que hubiera aceptado ir.

-¿Y si es un plan para ponernos en ridículo?

Luego estaba lo que David no dejaba de defender y que a él le ponía los pelos de punta.

-¡Déjalo de una vez! -gritó James, cansado- Sam se ha dado cuenta de sus errores y quiere ser un buen hermano para hacer feliz a su padre. ¿Por qué te cuesta tanto darte cuenta?

David frunció el ceño. Estaban en el comedor, James los miraba desde el otro lado de la mesa rectangular y David había estado a punto de golpearle con el codo las dos veces que se había levantado para gruñir. La tercera su hombro sí sufrió las consecuencias.

-Porque nadie cambia de un día para otro. -se volvió a sentar y miró a Arthur, que comenzaba a cansarse de las peleas de sus amigos- Bueno, ¿vas a ir?

La cara de Arthur se descompuso. Miró a su alrededor mientras pensaba, a James que asentía confiado y a David que le advertía con una fuerte mirada ceñuda. Bufó. Cogió su taza de té y se lo bebió de un trago.

-Quiero ir a una fiesta. -confesó sin mirar más allá de la taza vacía- Pero si vosotros no vais...

-Yo sí voy. Sara me ha invitado esta mañana -James sonrió con picardía, pasándose una mano por el pelo-, así que estoy... obligado.

-David, por favor.

El aludido sacudió la cabeza.

-Tú mejor que nadie deberías saber lo que Sam es capaz de hacer.

-Pero si al final dice la verdad, nos habremos perdido la primera, y posiblemente única fiesta a la que nos han invitado.

-Arthur tiene razón. -era la primera vez en toda la tarde que sus amigos le dejaban hablar tanto. James se levantó, rodeó la mesa y se inclinó entre los dos, tomando el hombro opuesto de cada uno. David soltó aire bruscamente- ¿Vas a perderte la única oportunidad de ligar con veteranas?

Empujándolo y levantándose, David frunció mucho más el ceño.

-No necesito ir a una estúpida fiesta para follar. -se apartó el flequillo de la frente, mostrando su falsa cara de inocente cabreado- Divertíos si podéis, yo me voy a la discoteca.

Arthur dejó caer la frente sobre la mesa mientras oía la puerta de la casa cerrarse y sentía la mano de James acariciándole el pelo.

-No le hagas caso. Nosotros nos podemos divertir sin él.

Asintió contra la madera, aunque no estaba tan seguro de ello. James iba a ir con Sara, una preciosa pelirroja de su clase y de las pocas chicas de la universidad que no tenían ningún interés en Sam. Si David no iba y éste desaparecía con Sara, ¿qué se suponía que iba a hacer él allí solo?

Levantó la cabeza y miró a James con las cejas levantadas.

-¿Y si no voy, crees que Sam se enfadará?

James puso los ojos en blanco.

-¿Quieres arriesgarte? -frunciendo los labios, dejó caer la cabeza otra vez. Tendría que arriesgarse eligiera lo que eligiese, ¿verdad?- Piénsatelo; yo me voy antes de que David y su poco sentido de la orientación se pierdan.

Hasta que el cuerpo aguanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora