Capítulo 15: ¿No te gusta ser mi novia?

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-Nadie nunca me había regalado un atardecer. -digo.
-Y ningún otro más lo hará, preciosa. Seré el único que te de atardeceres.
-Eres del único que quiero recibir atardeceres. No hay por qué ponerse celoso, Sebas.
-¿Celoso? Yo no soy celoso, _________. Sólo protejo un poco de más lo que quiero. -dice dando un golpecito a mi nariz. Sonrío.
-Uy, no, no, no, aparte de celoso mentiroso. Que mal está usted Sebastián.
-Bueno, tal vez un poco celoso, pero muy poco, eh. Mentiroso no, preciosa. -me río de lo dulce que es.
-Ya lo sé, tonto, estaba jugando. -besó sus labios suavemente.
-Que fácil para usted besarme y provocar que todo se me olvide, preciosa.
-Entonces no más besos por hoy, quiero que recuerde todo. -digo mientras recorro el hermoso yate.

Es demasiado lujoso. No quiero ni imaginar cuánto le estará costando todo esto. Sebas llega detrás mío y me abraza por la cintura mientras da un pequeño beso en mi cuello y continuamos caminando.

-¿Crees que si te doy muchos besos se te olvide que tú no me quieres dar besos? -dice besando mi hombro.
-Mmm, no lo sé, creo que debería de ser una cantidad muy grande de besos.
-¿Ah sí? ¿Cómo cuantos?
-No sé, supongo que yo sabré en qué momento.
-¿Tú crees? -pregunta besando mi espalda. Siento una pequeña carga de electricidad recorrer todo mi cuerpo.

Sigue besando por todos lados y no sé cómo ni en qué momento pero el está frente a mí. Me pega más a él, me toma por los muslos impulsándome a subirme a su cuerpo. Rodeó su cadera con mis largas piernas y dejo mis manos tras su cuello. Él hace que incline mi cabeza hacía tras y besa cada parte disponible de mí cuello, camina y quedo acorralada en una pequeña esquina. Nuestros labios por fin se encuentran y me besa con fuerza, su lengua recorre de manera experta mi boca.

-Me encantas, __________. -dice con la respiración agitada. Vuelve a tomar posesión de mis labios. Camina y sube unas escaleras. No puedo creer lo fuerte que es para traerme cargada y subir unas escaleras, sin contar que seguimos besándonos. De pronto caigo a una cama exageradamente grande y suave, esta parte del yate está al descubierto, por suerte estamos en medio de la nada y no hay nadie que nos vea. Todo el borde está adornado de pequeñas velas rojas.

-Me gustas tanto. -dice comenzando a besar mi cuello, está a punto de quitar mi crop top cuando varias gotas de lluvia caen en mi cara. No lo puedo creer. Comienzo a reír.

-El destino no nos quiere juntos.
-Ya lo estoy notando preciosa. -dice con una dulce sonrisa. La lluvia comienza a ser más fuerte. Para cuando llegamos abajo estamos empapados.
-¡Yo ya no me quería bañar! -protesta Sebas haciendo un berrinche cual niño pequeño provocando que ría.
-No sea sucio Sebastián.
-Uh, preciosa, debería de ver lo sucio que soy. -dice acercándome a él y comprendo que no lo dice por si se baña o no.
-¿De verdad? -pregunto coqueta.
-Ajá. -asiente con su cabeza mientras nos damos un beso esquimal.
-Y yo que te creí tan santo. -digo.
-Entonces tú puedes ser mi ángel. -nos besamos calurosamente.

-Llevamos dos horas en medio del lago y la lluvia no ha parado. -dice Sebas a su cámara. -_________, se está muriendo de frío y yo no sé como regresar ya que las coordenadas fueron arrastradas por el viento. Todo está obscuro y no hay señal. Y las luces del yate no prenden.
-¿Perdiste las coordenadas? -digo frotando mis brazos para reconfortarme.
-Volaron ellas solas, preciosa, pero te aseguro que vamos a salir de aquí pronto.
-Cuantas no morirían por perderse en el mar contigo y yo ya me quiero ir. -digo. El dice no sé que tanto a su cámara mientras yo recuerdo algo que sentía olvidado -¡Mi mamá me va a matar! -grito de repente. Sebas cubre su boca con una mano.
-¿Aún no es tan tarde, verdad?
-Son las ocho, ella me quería a las 9 en casa.
-Bueno, creo que tenemos problemas. -dice a su cámara y la guarda. -Voy a intentar regresar. No estoy tan perdido, creo. -ve a nuestro alrededor -y la lluvia ya disminuyó.
-Yo te ayudo, solo es dar la vuelta y va a avanzar en línea recta, ¿no? -el finge prestarme atención mientras conduce de regreso.
-Preciosa, para la próxima recuérdame decirle al capitán que se quede.
-Si es que hay una próxima. -digo dramatizando todo.
-Claro que la habrá. -me confirma.
-¿Esto nos convierte en náufragos?
-Me encantaría perderme contigo, pero tienes un novio muy listo y ya vamos a llegar a la orilla.
-Tan listo que uso dos horas de su vida creyendo que estaba perdido.
-Confieso que quería más tiempo contigo, preciosa. -encoge sus hombros.
-Claro, Sebas. -digo con sarcasmo.
-Ok, me descubriste, no sabía. -río negando.
-Bueno, vámonos que todavía tenemos una cena que comprar.


¿Destino o Casualidad? «Sebastián Villalobos y Tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora