Parte única.

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Impuntualidad.


KyungSoo revisa de nuevo la dirección que tiene anotada en un pedazo de papel. Se la sabe de memoria, incluso no debió de haberla apuntado en el post-it amarillo que trae en su mano pero le fue inevitable. Estaba tan ansioso y nervioso antes de salir de su departamento que por su mente cruzó la posibilidad de que podría olvidar esa dirección, aquella dirección dónde pasó los mejores 5 años de su vida.


La ciudad sigue igual a como estaba cuando él se marchó, de eso ya casi tres años, realmente ha sido poco tiempo, pero para el pelinegro ha sido como una vida.


Toma asiento en la banca metálica afuera de la estación de tren, esperando al taxi de sitio que había llamado. Y no puede evitar recordar la forma desastrosa y casi dramática de su partida.


Un JongIn roto y hecho un mar de lágrimas tratando de hacerlo quedarse, de hacerlo olvidar aquellas palabras que según KyungSoo jamás debió decir. No lo culpa, JongIn tenía una ilusión y esta no tenía ninguna similitud a la suya.


Después de su partida a KyungSoo le ha costado volver a tener la estabilidad que el moreno le brindaba, le tomo tiempo acostumbrarse a despertar solo y a dormir sin cálidos brazos rodeando su blanca y esbelta figura, le costó más de una noche de insomnio y una depresión de casi un año. JongIn lo había dejado muy marcado.


El sonido del claxon lo hace salir de sus pensamientos, se levanta de la fría banca y toma sus cuatro grandes maletas para subirlas al taxi y poder partir rumbo a la "reconciliación de sus sueños"


Las calles de esa pequeña ciudad siguen siendo igual de amplias y limpias. Los arboles siguen igual de grandes y abundantes como recordaba. Las casas siguen siendo los típicos hogares gigantes listos para albergar a una gran familia, algo como lo que siempre deseo JongIn.


KyungSoo piensa, que no es por alardear pero que seguramente JongIn, al verlo regresar, correrá a él, lo sostendrá de su cintura y lo levantará, le dará vueltas mientras una sonrisa iluminará su rostro porque "Le hacías falta a mis días grises, KyungSoo" y le dirá más de esas ridiculeces que jamás le gustaron pero a JongIn le encantaba decirle. Y no le parecían tan melosas y llenas de azúcar si procedían de esos labios rosas que tanto amaba.


Un suspiro sale de sus labios y mira que han llegado a la gran casa que compró JongIn hace años para que los dos pudieran vivir juntos.


Le paga al taxi y baja sus maletas, se coloca en la puerta y se cerciora de que sea la calle indicada y el número correcto. Tal vez KyungSoo sólo se fija en cosas precisas pero sabe que es su casa porque reconoce el buzón que el moreno muy alegre colocó una mañana, diciéndole con una sonrisa que de ahora en adelante les llegaría la correspondencia junta.


El pelinegro revisa su vestimenta, saca un espejo y verifica que el maquillaje este intacto en su rostro, también revisa sus dientes y por último su peinado que tantas horas le llevo hacerlo. Él no es muy afecto a eso, pero regresar con el amor de su vida lo vale.


Ve que todo está perfecto y con su dedo índice toca el timbre de esa gran casa.


Impuntualidad [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora