La Pérdida - Parte 3

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Clare, ¿Qué haces? – pregunto Sabrina que como siempre cargaba una sonrisa pegada en su rostro.

Di... Di...Dibujando – conteste apenada, tenía un poco más de un año conociéndola y a pesar de ello, seguía manteniendo la muralla construida por el miedo, soledad y el sufrimiento que el abandono de Hermagora ocasiono. Desde ese momento empecé a odiar el sufrimiento y solo sucedió por lo que viví en carne propia... nadie entiende las cosas sino hasta que le suceden, allí fue que comprendí esa trivial frase. Ese último sentimiento hizo que sangrara por dentro haciendo que hurgara con desesperación en un lugar en donde no había nada que remediara esa situación: mi mente. Aun gateaba y me obligaban a caminar.

No creí que hicieras lo que te dije – manifestó Sabrina. Moví mi cabeza de arriba abajo una y otra vez, en señal de afirmación ¿aún continuaba respetando las normas impuestas por ella? no lo creo, pero la timidez hacia que mi lengua se congelara. El sorpresivo remezón desequilibro mi postura, me pregunte si esas débiles turbulencias serian a causa del olvido o por la reconditez de este recuerdo, ¿era posible que sucediera tal cosa? la duda se sembró; era increíble como ese diminuto margen de ignorancia se esparció velozmente por todo mi ser, tal cual como un virus de alta contagiosidad. Continuaba adentrándome a agua más profundas e inquietantes. Clare... Clare... Clare – clamaba una voz muy familiar pero aun difícil de reconocer. Su llamado hizo que todo se tornara oscuro y al mismo tiempo me arrastrara hacia quien sabe dónde. No quería que mi pasado quedara incrustado en los confines de mi memoria, más bien, deseaba conservarlo eternamente en el bolsillo remendado de mi pantalón. Recuerdos alegres y otros tristes plasmados en un pedazo amarillento de papel, pintados con colores opacos a punto de desaparecer. Niños por doquier acompañados de sus risas contagiantes y sus madres tratando de seguirles el paso, mientras Hermagora me mecía sobre el columpio... cuando el miedo a la oscuridad me perturbaba el sueño, salía volando a encender la lámpara para disipar los lucífugos monstruos que me atormentaban, algunas noches iba a su alcoba y me cubría en sus amorosos brazos, mientras me tarareaba con su voz trémula una hermosa canción hasta que me durmiera.

¡Clare! – vocifero Sabrina alarmada por mi sucinta desconexión con la realidad, abrí mis ojos y lo primero que vi fue las arrugas puestas en su frente en señal de preocupación, tal imagen creo una inverosímil sorpresa ¿Cuánto tiempo tenía en ese "viaje"? ¿Por qué no me había dado cuenta? Por alguna extraña razón podía escudriñar mis más recónditas memorias sin ninguna dificultad. Resultaba ser una rara proyección astral hacia el pasado que prontamente sembró una duda ¿podría intentar recordar sin que nada ocurriera?

¿Qué paso? – pregunto Sabrina cada vez más agobiada por mi situación. Empecé a juntar las piezas para poder resolver aquello que trastoco mi inestable mente. La historia de Sarah... el subliminal desprecio y odio hacia su padre y... la repentina pero profunda rabia que tenía, que gracias a las lóbregas palabras de su relato desencadenaran al horrendo monstruo intangible e indomable.

Clare, te vi agitándote un poco por eso vine corriendo, pensaba que Sarah te había hecho algo ¿Qué paso? ahora comienzo a sentir miedo ¿Qué pasa ahora si intento recordar lo que hace minutos aconteció? –Recuerdo que... hable con Sarah y de pronto una fuerte sofocación cubrió mi cuerpo haciendo que regresar al punto de partida, mi primer día.

No puedo decirte que todo estará bien, sabiendo que estamos con vida por nuestra propia sobrevivencia, solo te pido que no permitas que te controle ese sentimiento. Alguna vez lo sentí y hasta todavía lo siento, es muy tentador caer en él, pero resiste, tú eres más que "eso"... que todo. Ven vámonos – dijo finalmente Sabrina.


¿Por qué se refirió a lo que fugazmente sufrí como una persona?

Era indudable como su breve discurso estaba cubierto de sinceridad, aprecio y sobreprotección ¿me controle? ¿El reciente odio que sentí era capaz de llevarme a mi autodestrucción? ¿Podría ser capaz de mantener esa oscuridad encarcelada? Quizás si...quizás no.

Desde El Otro Lado De La VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora